Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


viernes, 21 de enero de 2011

LA ÉTICA DEL RESENTIDO (FRAGMENTO 11 - LEANDRO TRILLO)

JOHN COLTRANE


Tengo la sensación de que a esta novela – creo que ya se trata de una novela – le falta la escena de ese tierno amor de lo que nada en este mundo carece. Una historia debería introducirse aquí referida a una de esas narraciones amorosas que crea una rama de la obra un poco más convencional. Sucede que como estoy tratando de escribir esto de acuerdo a lo que me va sucediendo adentro y afuera sospecho que debería introducir la narración de la historia amorosa en el mismo momento en el que suceda, pues ahora mi vida carece de lo que acabo de manifestar que nada en el mundo carece. Pues hay algo que si. Yo. Me refiero a que ni siquiera lo tengo en la mente. No deseo un teléfono celular de mujer conmigo. No deseo que me molesten y deseo a la vez que necesitaría que alguien me inspirara ganas de molestarla. Esa mujer quiero. Por lo tanto me resulta pesado tener que inventar más de la cuenta en esta parte. Así, quedará reservado el turno para esa parte de la historia cuando en verdad este ocurriendo. Y si no aparece el amor será tan sencillo procesarlo como lo indica la frase. Si no aparece el amor, pues no aparece el amor. Y si aparece, allí se leerán letras pomposas de deseo, de tinta carnívora, de origen animal, como escritas por un león. Esas letras serán el reverso de estas otras. Me conmueve a veces esta escritura porque no se qué es ni para qué servirá ni si llegara el momento en que decida ordenarla, o al menos corregirla. Me asusta porque es mía y los espejos nunca me han favorecido. También es la sensación de enfrentar cualquier hoja en blanco. Pero decido creer – enunciar la frase “he decidido creer que creo” es correcto y conveniente – justo seguir escribiendo. A veces siento que no puedo dejar de hacerlo. Ahora no me aburre tanto esta escritura. Los dedos me rebalsan y desbordan, me siento asaltado por la velocidad, por un juego casi de ejercicio mnémico para ubicar cada letra del teclado. Ahora poseo otra intensidad. Suena jazz, lento, y las cosas se han vuelto mas tornasoladas. Si. Hace pocos minutos salí a fumar.
Tal vez haya algo que este replicando relacionado a una reciente y algo desinteresada lectura de Los subterráneos, de Kerouac. No es del todo inútil pensar que pudo haberme seducido. Baudrillard pensó que seducir es el medio por el cual logra situarse un sentido por sobre el significado de otro. Y visto que estoy escribiendo de esta manera, a través de la que me identifico con Kerouac, no sería del todo errado mencionar que probablemente me halla seducido su estilo y que por esa razón no desee en este momento dejar de hacer aquello que una identificación transmuta o sublima, convierte en un momento placentero, de goce.
El mundo de Los subterráneos, por otra parte, es un mundo que me gusta y que conozco. Esa idea de sótano que se parece tanto al mundo es familiar para mí. Esa oscuridad que le es más fiel a la certera mentira de la noche. Esos personajes extraños y ajenos, como Sergio el anarquista, que en verdad nadie puede dejar de ser más allá de esas horribles caretas que este ritual del capitalismo insta a poner sobre los rostros de los que no recuerdan demasiado sobre el deseo. Esas melodías con la banda en vivo, Charlie Parker, las drogas que tanto escandalizan a los que fabrican la mierda que nos llega a todos para alimentar nuestra vida. También soy del bando de Los subterráneos. Pago el costo de la soledad que he elegido. A veces me gustaría no sentirme tan bien cuando estoy tan solo. De alguna manera es una deuda que se actualizará sin dudas mañana.

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