Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


miércoles, 19 de enero de 2011

LA ÉTICA DEL RESENTIDO (FRAGMENTO 10 - LEANDRO TRILLO)

MIEDO A LA ESTUPIDEZ


Tengo vestigios aun de la locura de ayer. Mi mente funciona desde hace algunos pocos meses de una manera entrecruzada. Como si mis archivos estuvieran mezclados. Estoy muy loco últimamente. Demasiados excesos, demasiado humo, demasiado yuyo, demasiado baldío. Creo que en los últimos meses he pasado seis días seguidos sin enloquecer. Y no he dejado de ser el mismo bolo de carne y nervio que se remoldea de manera frenética. Un perfecto extraño con las inconstancias de siempre. Pareciera que siempre seré eso. Otra vez tengo la sensación de que he perdido la capacidad de afirmar. Me siento inseguro de todas y cada una de mis afirmaciones. Un imbécil me dijo el otro día que… ¡Ba! Ya ni me acuerdo lo que me dijo un imbécil. No desperdiciare mi tiempo en atender las estupideces de un estúpido. Además habrá sido casualidad que me agarre afuera de mi útero, adonde guardo mis discos, porque cada vez se me ve y se me huele menos.
Critico al elogio de la simetría. Me gustan los lugares asimétricos y los horarios no pactados. Prefiero a los tipos que no cazan una antes que a los que se aburren. Prefiero los días en los que hace frío y calor a la vez en vez de los conceptos de verano o de invierno. ¿De donde sale ese gusto, esa devoción, esa necesidad de la simetría? Incluso en el conocimiento. ¿Por qué funciona así aun?
Fui a teatro el otro día. Me indigna la imbecilidad de la gente. La falta de capacidad de responder preguntas de la gente. Se armó una ronda de trabajo grupal en donde el profesor pregunto cómo vamos, qué ostias nos va pasando, cómo nos sentimos, qué, qué en relación a la tarea que llevamos adelante. Y varias de las señoras allí presentes respondieron hablando que son muy estructuradas y así arrancó la perorata por su infancia, por sus problemas malditos de columna, de brazos dañados, de hombros rotos y de culos rotos pareciera. Maldita la hora en la que la historia fabricó ese chip de la autocompasión y lo puso, escuela de por medio, en la cabeza de los que no han podido evitar devenir ingenuos, soberbios y sordos ante las señales de la creatividad.
-¡Nadie pareciera ser conciente de lo poco que le interesa saber cuales son tus problemas, mucho menos si intentas seducir poniendo cara de triste, de recipiente que espera contención compasiva mientras lo narrás! ¡Dense cuenta por favor! Te preguntan como van tus cuerpos, tus sensaciones, tus experiencias de libertad en relación a lo que es un juego y respondes “yo soy muy estructurada. Me cuesta un poco. Pero va bien”. ¡Por favor! Nadie te pidió que afirmes si esta bien o mal. ¿Con que autoridad lo haces? ¿Tenés deseos de estar ahí? Si es sí, responde usando tu cuerpo, tus registros, tus sensaciones, tu pensamiento. Si no nos encajamos indefectiblemente. Perdemos tiempo. Y si es no, no respondas nada. Pero no nos dañes. No nos des el ejemplo equivocado, que es mucho menos imbécil referirse a él que a lo que esta bien o mal.
Igual que otra señora. Tras la consigna “improvisen” en la ronda, dice:
-Yo me desesperé porque no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o estaba mal.
Claro que nos va así entonces por pura responsabilidad nuestra. Si somos incapaces de acatar una consigna tan sencilla, como vamos a ser capaces entonces de corresponder a nuestros deseos, a los acallados y despalabrados deseos. Habría que leer más a Maldoror y dejar de mirar televisión.

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