Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


lunes, 30 de mayo de 2011

SECCIÓN: PALABRISTAS INVITADOS

CAOS


Por SEBASTIÁN VISCONTI
Bahía Blanca, Mayo de 2011.


Ciertamente es un tema interesante en el cual a mi criterio hay que detenerse al menos para re-pensarlo, todos sabemos en cierto modo lo que significa la palabra Caos aunque algunas culturas tengan miradas disímiles sobre el concepto, tanto que la adopten como medio de vida o como procedimiento cotidiano de su accionar.
El adentrarse en el caos es tomado como algo ajeno al hombre, es enredarse en un entramado juego donde no se siente cómodo, en una plataforma de incertezas por la que a nadie le gusta caminar, sin embargo una mirada mas profunda, se me ocurre, es la de pensar al Caos como centro y única existencia, de la cual surgen las ideas, pensamientos y estructuras en las que los sujetos se escudan y protegen de la inconsistencia de lo cotidiano, es mas seguro nadar sobre el agua que hacerlo sobre la nada misma, y es por eso que se crean innumerables plataformas donde sustentarse, desde donde sentirse sujetados, aferrados a algo que tenga o parezca tener sentido. Es muy difícil proyectar una sociedad proponiendo como material constituyente, como elementos vitales de la construcción, la incertidumbre y la relatividad, no estamos acostumbrados, la rechazamos de manera absoluta.
Armar estas estructuras basadas en lo corpóreo, como aquello palpable y visible, le da al hombre una cierta sensación de seguridad, de estabilidad que le permite desenvolverse de una mejor manera, conducirse a paso firme por las redes sociales que lo van gestando y construyendo como parte funcional de la maquina de construcción subjetiva, en la cual se va inventando y a si mismo incluyendo en el circuito social.
Lo que esto produce también, pero de una manera mucho menos visible, es la autolimitación de la propia constitución de la subjetividad, ya que nos estandarizamos con todo aquello ya existente, sin la necesidad de tener que explorar lo desconocido.
Cuando empezamos de cierta manera a tomar conciencia de ellos, cuando empezamos a plantearnos cuestiones y proponernos caminos diferentes entramos en una especie de pánico, ya que debemos movernos sobre lo desconocido, introducirnos en lo mas profundo de la oscuridad, en las fauces del propio Caos, y es allí donde todo hombre encuentra su inflexión, su crecimiento, en el encuentro con la esencia del Caos, la convivencia con aquello que se toma como algo tan lejano y ajeno a la constitución humana, y sin embargo esta tan enraizado en el interior de todo sujeto.
Saramago decía que “El caos es un orden por descifrar” y es aquella hermosa frase de la cual me nutro para producir esta mirada, en el encuentro y el posterior desenlace de cada uno de nosotros con el caos, es en donde se producen aquellos destellos de luz, aquellos pasos hacia delante, todos aquellos procesos que nos son familiares y conocidos no generan en nosotros la necesidad de un esfuerzo extra o superior, lo que nos hace crecer es todo aquello que nos haga “dudar”, este simple acto de no estar de acuerdo con ciertas construcciones es el que nos enfrenta con nuestra propia subjetividad, nos atraviesa y nos reconstruye a cada instante, nos parimos constantemente produciendo el cambio, aceptándolo como primera medida, y aceptándonos como partes del mismo.
La simple idea de ver nuestra esencia formada a partir de algo sin forma, amorfo y desarmado puede provocarnos el deseo de huir, pero es una tarea de construcción de pensamientos, de aceptaciones y de enfrentamientos con nuestros placeres y deseos mas íntimos, es darnos lugar para escucharnos, conocernos y descubrir de cuanto somos capaces.
Hablar del Caos como principio fundamental de construcción de la vida y de los sentidos, no es algo liviano, sino todo lo contrario, nos despierta todo aquello que el Caos mismo genera, miedo, incertidumbre y duda, pero creo que ese es el primer paso a la degustación de los sabores mas plenos, a los aromas mas liberadores, los primeros ladrillos de la construcción mas potente de subjetividad. Lograr ahondar en estos laberintos es intentar la creatividad, buscar nuevos y mejores modos de existencia donde la vida sea aquello que nosotros queremos que sea, es dejar de ocultarnos bajo las sombras de las construcciones instituidas e intentar otras miradas, otro orden social en el cual seamos parte y no meros engranajes de una obra ajena.

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 13

Localización conceptual. Brújula teórica.

En este punto del análisis me encuentro en una especie de encrucijada teórica, pues debo hacer algunas elecciones conceptuales en este momento.
Hay algunos caminos posibles para plantear la situación.
Uno es desde la tradición filosófica, la cual planteaba al deseo como aquello que tiene como objeto algo que se halla en nuestro poder de deliberación. Una de las características de la episteme en la que se fundó esa concepción, entre otras, es que carecían en aquella época de medios masivos de comunicación y de técnicas de marketing inscriptas en la posmodernidad.
Otro camino consiste en considerar a la fenomenología del deseo desde elaboraciones contemporáneas, precisamente deleuzianas, foucaultianas e incluso desde la perspectiva de Lyotard. En virtud de este punto critico de la exposición, es necesario manifestar que trabajaré, predominantemente, desde los apuntalamientos teóricos de la escuela de filosofía francesa contemporánea, pues muchos inventos han pasado ya desde los postulados filosóficos clásicos como para continuar citándolos en oraciones que suenan a verdad. Aunque no es posible dejar de reconocer que las oraciones que pretenden dejar de hablar en tono de verdad están también hechas con aquellos mismos preceptos filosóficos. Salvo, creo, las escritas por Nietzche. Él, desde mi óptica, supo salirse de todos los discursos.
A modo de breve exposición de lo planteado hasta aquí, mencionaré que los mecanismos de fortalecimiento negativo son, entonces, aquellas operaciones subjetivas que trabajan bajo las condiciones de saturación del contexto social capitalístico que, a la vez, es vivenciado desde la naturalización de y en la experiencia. Como un juego cuyas reglas, por más salvajes que sean, son naturalmente aceptadas. Así, la experiencia se torna cada vez más insoportable -saturadora- y simultáneamente necesárica, extremadamente expuesta al ámbito de la saturación de la deseabilidad y al tránsito por lo necesárico a la vez. Por eso la experiencia se reproduce y logra mantenerse. No por capitales extranjeros, ni por monopolios, ni por las clases dirigentes, sino por operaciones subjetivas que trabajan sin darse cuenta para este mantenimiento.
La experiencia así contextualizada despierta latigazos de deseo necesárico, extremo, saturado, pues es un deseo que tiende a posarse perpetuamente sobre aquello que le es ajeno, pero que experimenta y vivencia como propio. No propio de sí, inmanente, sino propio de su condición de deseo capitalístico, consumido por la sed necesárica y por las operaciones subjetivas de esa lógica.

viernes, 27 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 12

Apuntes referidos a lo necesárico.

El contexto en el que escribo estas impresiones es aquél que me permite pensar que nos encontramos ante una mutación de los procesos de desear. Una nueva esquematización de la deseabilidad. Esta supuesta mutación implica la noción de necesidad. Fusión del deseo con ella. Es decir que el deseo, al verse en el centro de un interjuego exhaustivo entre procesos de recepción subjetiva de estímulos inmanentes de la lógica capitalística, deviene deseo necesárico.
Necesárico designa a la resultante de la fusión de los impulsos del deseo con la estrategia de convertir objetos de consumo y cadenas de símbolos en necesidades.
Desde este marco hipotético, entonces, aquello a lo que denomino necesárico es una operación que se ejerce sobre el deseo, sobre la deseabilidad.
El terreno de la necesidad es el objetivo al que se estimula al deseo a que se dirija. Es el territorio en el que esa operación, caracterizada por las dimensiones de lo hiper, con-funde al deseo con la necesidad, dando así emergencia a una dimensión que no pertenece al deseo en su totalidad y tampoco a la necesidad.
Esto es lo necesárico. La conjugación del deseo por la necesidad.
Creo además que en esa operación, la cual reviste a la dimensión de la subjetividad social con el fenómeno de universionalización, es a través de la cual se ejerce la opresión capitalista. Ella no se efectúa sobre la identidad y el cuerpo, como en el feudalismo. El modo de opresión de la lógica capitalística es, fundamentalmente, sobre la deseabilidad. De modo que además de esquizofrenia, como plantearon Deleuze y Guattari, se presenta necesario pensar al capitalismo en tanto su vínculo con el concepto de deseo.
En cuanto al concepto de necesidad, éste ocupa una parte del significado de lo necesárico. Primeramente será menester para el acople al concepto de necesárico la idea de lo que no puede ser de otra manera. Eso es una necesidad.
Filosóficamente la concepción de necesidad tiene varias acepciones. Una de ellas, perteneciente a la filosofía de Aristóteles, manifiesta que se entiende por necesario, como ya se dijo, lo que no puede ser de otro modo.
Por otra parte, y según la óptica de Spinoza, lo necesario es forzosamente porque es contradictorio su no ser. Y por otro lado, las tendencias llamadas empiristas descubrieron en la necesidad algo muy distinto, tanto de un concepto abstracto como de un principio ontológico; como toda idea, la necesidad tiene que surgir de una impresión, de una representación y de ahí que para Hume la necesidad se resuelva finalmente en una costumbre.
Kant intenta mediar entre estos opuestos: la necesidad se opone a la contingencia y es aquello en que la conformidad con lo real está determinada según las condiciones generales de la experiencia. Después de Kant el problema de la necesidad se trató más bien al hilo del problema de la libertad.
El territorio de la operación de lo necesárico se constituye sobre la estrategia de convertir en necesidad el impulso, la pulsión de un deseo cualquiera a través de la hiperestimulación. Esa es la operación básica.
Es necesario comprender los aspectos que contribuyen a que un deseo devenga necesárico.
Primeramente diré que el deseo es desterritorialización, básicamente. Carencia de cuerpo, aquello que habita un cuerpo, según la terminología deleuziana, sin órganos. Un espacio a rellenar eternamente. Inagotable. Insaciable.
Ahora bien, ese relleno (espacio) no reclama ser saciado por lo que despierta una necesidad. Ese espacio es el ámbito legítimo del deseo, de la capacidad de desear, de la deseabilidad.
Una de las hipótesis principales que están siendo desarrolladas en este estudio sostiene que ese espacio que constituye y es constituido por el deseo es proclive a dos cosas en el marco del contexto capitalístico: a absorber la ilusión de lo necesárico, ilusoria garantía de goce, lo cual implica una instancia de territorialización ajena a los impulsos de la subjetividad y propia de la hipersaturación, concordante con la hipótesis de la subjetividad social distraída, y a la dificultad de no poder escapar a ese dispositivo de absorción. La causa de ello lo constituye la hiperestimulación extrema que se ejerce sobre la percepción y sobre el terreno de la deseabilidad. Ésta culmina con una saturación estructural a la que llamaré distracción del deseo. Pues otra de sus características es que la energía del deseo se posa sobre objetos cuya relevancia para la subjetividad son ajenos. ¿Por qué? Los intereses de este deseo, al que llamaré artificial, son ajenos a la subjetividad porque el fin -el goce- es siempre próximo, de presencia perpetua y porque la intensidad es efímera. Se carece de la posibilidad de elaborar una proyección a largo plazo con este tipo de deseos, que para este fin deben reproducir y materializar la lógica del consumo a través de la saturación y la estimulación perpetua del deseo, es decir, deben establecer vínculos de coherencia con la lógica capitalística.
Se deja entrever aquí que sostengo que es conveniente que los proyectos de vida estén erigidos sobre la base del deseo inmanente a cada sujeto. Singularidad. Sobre la deseabilidad ubicada en terreno de desterritorialización, campo virgen. Ello constituye el pilar para construir la autonomía, fundamentalmente, de la deseabilidad.
Lo necesárico, entonces, involucra a los conceptos de deseo y necesidad. Pues bien, de acuerdo a lo antedicho, y ya analizado el papel del territorio del deseo en la aldea necesárica, diré que el resultado del dispositivo de hiperestimulación del deseo ajeno y artificial, de existencia e intensidad efímera en beneficio de un nuevo consumo provocado por una nueva cadena de estímulos saturadores, es la sensación de necesidad: concretamente el sentimiento de incompletud y vacío (Suely Rolnik propone pensar la configuración de las identidades en este marco como identidades pret à porter) ante la carencia de algo que se nos presenta como promesa de goce, felicidad, completud, etc.
Como ya ha sido dicho esas sensaciones se presentan efímeras en el cuerpo pues nuevas cadenas de oferta de deseos artificiales y ya necesáricos se presentan por todos los intersticios de la existencia social: medios gráficos, radiales, televisivos, arquitecturas de multiplicación de marketing, etc. Se grafica con la conjunción de lo cotidiano y la hipersaturación la imposibilidad de escapar o de estar ajeno a esa saturación que capta al deseo envolviéndolo con la tendencia a mutarlo o convertirlo en necesárico y en superficial y ajeno a la deseabilidad que supuso alguna vez que sería singularidad.
La aparición de las identidades pret à porter se corresponden con aspectos de la lógica capitalística de funcionamiento de la subjetividad.
El concepto de pret à porter en la dimensión de la identidad se refiere a que la subjetividad está tomada por una serie de universos, y por lo tanto lanzada en esta situación de extrañamiento. Eso pasa no sólo porque somos habitados por una infinitud de universos, sino también por la propia lógica del capital que necesita crear todo el tiempo nuevas órbitas de mercado y deshacer otras. Con cada órbita que se deshace, un modo de subjetivación se deshace al mismo tiempo… Esto lleva a la mayor parte de las personas a querer ubicarse en la “última nueva órbita” que se está organizando. Entre otras cosas, por temor a quedar “fuera de órbita”… Sin embargo, eso no implica que uno conquiste una tolerancia hacia lo extraño. Tanto por la cantidad enorme de universos como por la propia lógica del capital, las figuras se deshacen muy rápidamente, pero en vez de abrir una posibilidad de creación individual y colectiva interesante uno interpreta la experiencia, desde un lugar identitario, como que algo le falla y siente la necesidad de reorganizarse gracias a los nuevos “kits de identidad pret à porter”, en vez de inventar nuevos modos de existencia por los que la vida pueda expandirse creativamente.

lunes, 23 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 11

El contralor subjetivo social. Apuntes desde la teoría del sistema aórtico.

El sistema aórtico es una instancia con intenciones gráficas fundamentalmente. Encuentra su referente en el mundo natural. Alude a la compleja trama de funcionamiento interconectado mediante la cual actúa el sistema cardiovascular de la unidad humana. El debilitamiento de una parte involucra una crisis general que puede incluso llevar a la bio-organización a la muerte.
A pesar de ello, allí, al igual que en las significaciones sociales, existe la conciencia, la posibilidad de creación de conocimiento y saber lo que se esta haciendo y hacia dónde se está proyectando el futuro, al igual que para sanar el sistema cardiovascular opera la conciencia de sanación. O de posibilidad de muerte. Saber eso constituye, casi por el solo hecho de conocimiento de una ecuación trágica, una intervención.
Es necesario indagar acerca del hecho que produce la estereotipia en un sistema aórtico. Es decir, ¿qué hay que observar y concluir cuando la conciencia de sanación no puede trasladarse al hacer, a la cotidianeidad, a la práctica subjetiva de los sujetos? Se cae en una táctica discursiva proyectiva en la que, planteándolo binariamente, lo malo se encuentra fuera de la propia subjetividad, y lo bueno, adentro. Es decir, el protagonismo del otro en la trama social.
Al respecto, suelo citar un extracto de la historieta Mafalda en el que la niña le pregunta al padre cómo habían sido sus tiempos. En respuesta, el blanquinegro personaje le responde que sus tiempos habían sido mejores, que en su tiempo había moral, que en sus tiempos las cosas eran derechas, que en sus tiempos había código y palabra. No como ahora. El padre de la niña termina su discurso preguntándole, con cierta ofuscación y cierta resignación al tiempo presente en el que el chiste transcurre: “¿Qué querés que te diga?”. En respuesta, Mafalda le dice que anhelaba que le dijera que éstos son sus tiempos.
En referencia a ello, y haciendo propicia la ocasión para referirme a los ya mencionados juicios diferenciales con los que opera la subjetividad distraída y saturada, diré que el funcionamiento de este tipo de operaciones subjetivas resulta probablemente obsoleto y, más importante aún, improductivo, pues en la era de la desolación, del pensamiento sin estado, de la distracción, se dedican estas operaciones a repetir que algunos tiempos pasados fueron mejores que éstos, lo cual produce desacoples subjetivos. Diré también que ello es incierto. Pero ésa es una cuestión que no es oportuno tratar en este tramo.
Los juicios diferenciales tal como han sido planteados funcionan a través del uso de una herramienta de la subjetividad social a la que denomino contralor subjetivo-social.
El contralor subjetivo social atenta contra la construcción y la proyección. La táctica discursiva del padre de Mafalda resulta de una proyección estereotipada, obstaculizadora del hacer sobre lo que se proyecta, pues no hay deseo vivo en su discurso. Deseabilidad. Deseo vivo en tanto fuerza movilizante, en tanto mancha que se expande sin nortes. Deseo vivo en tanto acción de protagonizar el presente por el cual habita la subjetividad y el discurso. Y tal situación es peligrosa, porque desarrolla la alienación del deseo, alienta la domesticación del hombre bajo preceptos no sólo estereotipados, sino ajenos a su voluntad, a su proyecto, a su deseo. En eso radica la tarea de las operaciones de distracción de la subjetividad.
El contralor subjetivo social es una herramienta que pone en funcionamiento las mecanizaciones de la lógica capitalística y colabora con la fabricación de lo que se tratará como fenómeno de universionalización de la subjetividad.
El discurso que es fabricado por esa deseabilidad capitalística, por ese tipo de proyección, es una clase de discurso que purifica el pecado de la responsabilidad. Pareciera que quien es afín y quien está sujeto a ese discurso no posee responsabilidad hacia el trabajo de construcción del futuro. Sólo se dedica ese discurso a mostrar diferencias con el pasado. Es decir que opera como contralor subjetivo social. Su mecanismo discursivo matriz es estrictamente el del juicio diferencial. Resalta las diferencias con aquello, en este caso, en donde las cosas fueron como las cosas deben ser. Lo cual es, desde luego, si no falso, merecedor de una respetuosa desconfianza.
Dentro del sistema aórtico que puebla la subjetividad de una organización conviven esta serie de conceptos extraídos de la observación de determinadas operaciones de la subjetividad. En razón de ello, los juicios diferenciales, los contralores subjetivos y los mecanismos de fortalecimiento negativo se convierten en una cadena significativa para la teoría del deseo inmerso en la lógica capitalística y en su discurso.

viernes, 20 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 10

Los juicios diferenciales. Una herramienta discursiva. Las tribus urbanas. Una puesta en escena del discurso en la lógica capitalística.

La economía de las palabras, la supresión de la mediatización, en tanto uso mecánico de las palabras, resultará útil en relación a observar determinados fenómenos sociales. Consideremos el surgimiento de los agrupamientos denominados tribus urbanas. Sus condiciones de aparición, sus emergencias y la mecánica discursiva de su sometimiento a juicio.
La emergencia (emergente) de materia social, como por ejemplo el fenómeno de aparición de las tribus urbanas, es gestada previamente por una confluencia de vectores, por una pluricausalidad que se hace convergente y visible en un momento dado del contexto social.
Un hecho, como cualquier otro, es reductible a la situación básica de carencia de sentido de los hechos del mundo.
El proceso de significación y atribución de valores y emociones a lo que acaece es un hábito social que nada tiene que ver con el hecho en sí.
De esta manera, teorizar los procesos de los que el aparato subjetivo social se sirve para observar se presenta como una necesidad en el campo de la indagatoria al discurso, debido a que partir de allí se entra en la dimensión de la creación de la realidad.
Este tipo de figuras son, de fondo, una cuestión epistemológica. El relato de una historia.
La observación se encuentra indisolublemente ligada y ejercida a y hacia la elaboración de un juicio. Juicio que representa la posibilidad de existencia social y de habitabilidad en la vida cotidiana. Porque la emisión del juicio produce en la subjetividad la sensación de universalidad, de autonomía y de certeza.
El dispositivo discursivo del juicio funciona como una apoyatura social de la subjetividad. La ilusión del pensamiento.
Entiéndanse por posturas aquellos elementos artificiales pertenecientes a la dimensión social, acatados a lo ideológico y a la dimensión histórica de los sujetos, que se corresponden a través del cuerpo con diversos tipos de patrones de conducta y códigos. Ficciones.
Es sencillo a través de un juicio tener un panorama de la situación social en la que uno pueda identificar rápidamente en qué posición es necesario o conveniente estar.
Deconstruir ese efecto de los juicios diferenciales y limitarse a observar su constitución semiótico-social, lo cual implica criticar la voluntad de verdad, contribuirá a desarrollar una especie de afección a la práctica de la autonomía.
Retomando como analizador a las tribus urbanas, diré que de acuerdo a una serie de discursos manifestados en sectores del conjunto social que vieron necesario emitir su juicio sobre las tribus, lo que se observa es parte de la compulsión discursiva al planteamiento de posturas determinantes.
Las posturas determinantes constituyen un modo de identificación social por diferencia. Anteriormente me referí al acostumbramiento y mecanización interpretativa de los juicios diferenciales. Son juicios diferenciales porque direccionan lo percibido hacia el acatamiento reglar y normativo de la sociedad con el fin de establecer diferencias con el resto de los miembros del sistema y/o de la organización.
El sistema de empatía e identificación social no es frecuentemente empático o identificatorio, sino diferencial. La positividad, aquello que afirma como sujeto de la sociedad, en tanto cuna de la fragmentación y de la diferencia, es el poder diferenciarse discursivamente del otro. En este caso, el otro, el diferente, es el que introduce una práctica, una muestra de materia social que hasta ese momento se mantuvo implícita, más allá de que su gestación haya estado ligada a la dimensión de lo explícito.
Los juicios diferenciales, las posturas, la policía discursiva, el abuso del discurso mediatizado manifiestan una posición diferencial, un juicio, una especie de contralor subjetivo que se manifiesta interminablemente y de forma repetitiva sobre el trozo de materia social en cuestión.
Este tipo de discurso no tolera la existencia de algos. Entra en confrontación con ellos a través del discurso policíaco. Algo es la expresión lingüística de la materia social, aunque existente, no nombrada aún.
Se presenta como característica, como reflejos quizás, como un índice, la necesidad conceptual de receptar del discurso del otro una imposición binaria, un juicio, una apreciación que no se esfuerza por expresarse por fuera de escalas de evaluación de lo normal y lo anormal -valga recordar que esta antinomia es un principio de exclusión discursivo del conjunto elaborado por Michel Foucault-. Es decir, que es un proceso que tiende a la similarización de la subjetividad, al batallamiento de aquellos lazos que ejercen y manifiestan diferencias. Por ende, a la supresión de lo que en la subjetividad se representa como no-sujeto. Por ello es necesaria la utilización constante de la herramienta discursiva del juicio diferencial y del contralor subjetivo social, pues la similarización defiende de la vivencia irrefrenable de la singularidad y de la carencia de sentido de la experiencia del mundo social a la manera de una coraza, de una armadura.
Se trata de la compulsión a vivenciar la experiencia a través de la emisión de juicios y a no poder obviar necesitarlos para no romper con la linealidad existencial.
Ocurre, pareciera, que un mecanismo subjetivo que nos gradúa de sujetos borrando otras cosas (imposibles de saber, pues no llegaron a ser nombrables, no se convirtieron en palabras, se las echó antes de la conciencia) actúa de manera taxativa sobre la percepción y la conciencia, es decir, marcando un rumbo de pensamiento, distante de una intervención de la que gocen la capacidad deseante, la deseabilidad misma, la práctica de la autonomía. Tan sólo un rumbo. Un rumbo que dirige hacia lo que no se corresponde en absoluto con la apreciación de una producción singular de flujo de materia social ni con el posterior aprendizaje social que de ese descubrimiento de materia social se podría hacer.
El territorio hacia donde se dirigen esos flujos es de lo que me ocupo. Constituye lo capitalístico. La subjetividad está intensamente invitada a habitar esa lógica.
El concepto de aprendizaje social resalta aquello que interviene generando estructura. Generación de escalas de valoración, de elementos de opinión que más tarde se volverán a convertir en tics discursivos, etc.
Un vicio inevitable de la acción discursiva hace que, generalmente, las conversaciones se efectúen de manera justificativa. Aunque, ¿cómo podría ser de otra manera?
“Yo acepto a las tribus urbanas, pero no comparto lo que hacen”.
“Para mí está bien”.
“A mí no me interesa”.
En todos los casos el sujeto parlante se afirma sobre una de las opciones que ofrece el pack de evaluación cultural que se adquiere mientras se va adquiriendo la cultura, es decir, en una posición (posición discursiva del sujeto sujeta a juicios diferenciales), todo lo cual atenta contra la conducta de la apreciación.
Así, haciendo uso de la exacerbación, podríamos imaginar que mediante la sociología, por ejemplo, sería posible establecer un método que, ante una situación X (pongamos por caso la aparición en el lenguaje y en el mundo de las significaciones sociales de las tribus urbanas) podría enumerar todos los discursos y/o juicios diferenciales que un sistema social es capaz de producir a la hora de opinar y posicionarse sobre la situación X.
Un aprovechamiento de este tipo de flujo de la materia social reclama ser atendido por apreciaciones subjetivas en estado de resignificación, es decir, bajo aquellos discursos tipo que el supuesto método sociológico nombrado no pueda nombrar ni incluir en sus categorías.
Esto no implica, desde luego, comenzar a hablar nuevos lenguajes. Se ha hecho ya referencia al concepto de heteroestasis y es oportuno incluir ese concepto en esta parte del estudio, pues es la concepción que se corresponde con el uso de la herramienta discursiva del juicio diferencial. Sólo es la proyección de una necesidad de voz ya ronca que por más que grita y reclama ser atendida y transformada, no pareciera ser escuchada. Ese es el método y el mecanismo que la ignora. Los síntomas son visibles y el conjunto discursivo social se arma en base a su enunciación, pero no en base a su crítica. Pues semejante empresa demanda atención a la deseabilidad y ella, tanto como la subjetividad, se encuentra bajo las operaciones que, en líneas generales, llamo distracción. Disposiciones sociales de la distracción de la subjetividad.
Aludo con ello, sirviéndome de los desarrollos teóricos de Gilles Deleuze, a una especie de territorialización perpetua, invasiva y totalitaria de los productos de la lógica capitalística en la gran mayoría de los espacios de la subjetividad.
Una mecánica similar a ejercer la ignorancia, a sabiendas de que es imperioso dejar de ejercerla sin por ello poder dejar de hacerlo.
En lo diametralmente opuesto a eso se configura el aprendizaje social, luego de lo cual lo que se constituye como social es la memoria.
¿Dónde radica el valor existencial de los miembros de las tribus urbanas?
Justamente en el impulso de una deseabilidad que apuesta por la diferencia. Una fuga, un extravío hacia alguna forma de autonomía aún no conocida (ahí radica su valor inventivo) que de tan fuerte y poderosa se torna inentendible para la estructura.
La estructura tiende a la rigidez, al planteamiento de leyes universales que, para quienes las acatan y convierten en dogma, se tornan soportes subjetivos indispensables e inmodificables. Por eso se repiten incansablemente en casi todos los intersticios del mundo y la interacción social.
De la invención por sobre cualquier otra cosa dependerá la codificación de los destellos de materia social que irradia la situación de aparición de las tribus urbanas en tanto emergente de impensables, de epistemes cargadas de signos desconocidos.
Es dable codificar uno de esos destellos y pensar que los miembros de las tribus tratarían, además de diferenciarse del resto, movilizados por el sentimiento y la percepción de la necesidad de diferenciación, de producir materia social, de cambiar, porque quizás perciban con una sensibilidad abrumada el tedio de la existencia, su sinsentido, sentido por excelencia de la vida. Quizás se sientan más aburridos que otros sujetos de diversas profesiones y creencias y quieran habitar mediante lo lúdico, crear materia social, como cuando se atraviesa por la niñez, condición que con la edad no es desaparecida, sino escondida.
Quizás estén pensando en responsabilidades muy grandes (o quizás no estén pensando en nada, lo cual no constituye un pecado, sino más bien una invitación que formula la lógica capitalística) y, en consecuencia, imaginándose en el futuro, al cual tal vez no quieran que pertenezcan sujetos como los que hoy opinan y advierten dramáticamente que los jóvenes han perdido definitivamente el rumbo.
Tal vez estén comunicando que no lo perdieron, que ahora saben que ese rumbo, que ese norte, que esa constelación moral, molar y cultural no es del todo real y que pensándolo y viviéndolo de esa manera se sienten poderosos, cierta y extrañamente libres.
La práctica de la autonomía implica, seguramente, un dócil manejo de aquello que se presenta en la sociedad como ficción. Menos sujetos sujetados.
Pensar escribiendo tiene la ventaja de que el pensamiento y su proceso de conceptualización inventiva no es drenado por la acción que produce la actitud cotidiana de la opinión que practicamos los hablantes en el transcurso de la conversación.
Opinión implica el sentido del discurso efímero, justificativo, combativo, competitivo, irreflexivo, apoderado por el juicio diferencial.
Conceptualmente y a modo de ilustración de cierto tipo de fenómenos ya descritos en estas páginas, se puede formular, esquemáticamente, la noción de sistema aórtico.

miércoles, 18 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 9

El producto publicitario en el medio capitalístico. La producción de mediatización de la deseabilidad. Ladrillos de la subjetividad capitalística.

De acuerdo a lo antedicho, la textualidad siguiente se centrará en tratar de definir algunas cuestiones que tienen que ver con las aplicaciones publicitarias sobre la subjetividad social. Los planteos deben referenciarse como parte de un todo social en constitución patente, pero bajo los cánones de referencia y constitución de lo que se ha venido definiendo como lógica capitalística.
Hay una gama de autores pertenecientes al ámbito y a la dinámica de los sectores publicitarios que manifiestan una serie de opiniones en las que el factor común, en apariencia, se centra en que los productos publicitarios son factores de constitución y/o de configuración -al decir de González Rey- de la subjetividad social.
No obstante ello, o además de ello, lo verdaderamente importante en relación a esta fenomenología no es tanto el papel de constitución en cuanto punto inmanente del plano social, sino que a los fines de la lógica capitalística, lo que se constituye como analizador es la modalidad esquemática de propagación y producción semiocapitalista de los productos publicitarios.
De esta forma, no es el producto lo que deviene confrontación con el deseo, sino la mediatización del mismo. Y la mediatización en la lógica capitalística no es similar a hablar de la mediatización en otros dispositivos sociales. En la actualidad, la mediatización es condición de lo capitalístico y de la globalización, fenómeno que es central en los umbrales de la tendencia a la universionalización de la subjetividad.
Con relación a la teoría de la universionalización de la subjetividad, sobre la cual ampliaré más adelante, diré por ahora que la globalización es uno de sus aspectos fundamentales. A través de la reproducción maquínica de artefactos técnico-discursivos relacionados y conectados con la capacidad deseante a través de los procesos de hipersaturación e hiperestimulación de la subjetividad, ésta, en cualquier punto del globo, tiende a adquirir características similares. La subjetividad se encuentra atravesada por la similarización. Este proceso o fenómeno social se da a través de la multiplicación insaciable de la producción técnico-discursiva, en este caso, capitalista. De allí que primeramente considere que la fenomenología de la globalización es uno de los aspectos sin los cuales no se podría hablar de una supuesta tendencia a la universionalización de la subjetividad. Es decir que no hay tendencia a la universionalización en tanto en el trasfondo de configuración no opere la globalización.
De acuerdo a ello y remitiendo la atención a la interacción de las artes publicitarias con la lógica capitalística menciono que en un bello cuaderno de apuntes, Orlando Aprile considera que los anunciantes y los publicitarios más lúcidos y avisados han advertido que las personas son ante todo, y en primer lugar, consumidoras de símbolos, más que de meros productos (Rifkin). Por eso, la publicidad como tal asume el papel de intérprete privilegiado de los significados culturales; sirve como puente, mediando entre la historia particular de cada individuo y las grandes historias que conforman la cultura. Todo lo cual es una nueva manifestación de que, como insistía Erich Fromm, el hombre es esencialmente un animal simbólico.
Armand Mattelart , otro profesional de la publicidad, señala que detrás de sus reivindicaciones y dictámenes, la institución publicitaria propone más que nunca un modelo de organización de las relaciones sociales.
El situar el propósito de esta institución bajo los cánones de lo capitalístico es lo que demuestra el protagonismo de la fenomenología publicitaria en la capa constituyente y/o configuradora de los procesos de socialización. Se relaciona entonces el hecho y la intencionalidad publicitaria con el propósito de de forma directa instalar un modelo de organización de las relaciones sociales.
Bajo la hipersaturación y bajo la saturación extrema, llamo a ello la lógica capitalística.
En un párrafo de “La publicidad puesta al día”, Aprile dice que R. Cremoux, en “Comunicaciones en Cautiverio” (1991), afirma que la publicidad se ha convertido en una gran madre orientadora puesto que instaura los modelos de conducta social, indica los principios y los límites de lo que es decente, vulgar, refinado y correcto. En síntesis, la publicidad brinda y promociona una escala axiológica para los públicos que constituyen su audiencia. De muchas maneras y con gran persistencia e inigualable pervasidad, las fórmulas publicitarias más sutiles encierran una concepción del mundo.
Bill Bernbach, por su parte, asume esta influencia como responsabilidad: “Todos los profesionales de las comunicaciones somos, también, formadores de la sociedad; podemos vulgarizarla, brutalizarla o ayudarla para que eleve su nivel”.
Etimológicamente, la palabra publicidad proviene del latín advetere, que significa enfocar la mente hacia.
“Uno de los trabajos más penetrantes que la publicidad ejerce sobre las mentes humanas es manejar los conflictos individuales entre el placer y la culpabilidad. Productos tales como los cigarrillos son promovidos de tal manera que parezcan graciosos, excitantes, extravagantes o glamorosos. Entonces al fumador se le puede estar dando permiso moral para divertirse sin que se sienta culpable. Esto no es nada fácil, si tenemos en cuenta la herencia puritano-calvinista norteamericana”.
Este es un punto de alianza. En él la difusión publicitaria se compone con el imaginario vigente, con la moralidad y con las prácticas del ethos social en uso, perteneciente a un dispositivo social cualquiera.
Bryan Key, ya iniciando un debate o una especie de litigio, plantea que hay serias complicaciones morales en el uso de técnicas subliminares, como la utilizada en la comunicación masiva.
El derecho de un individuo para discernir basado en sus propias determinaciones conscientes o voluntad propia, es una herencia básica en el concepto de todos los pensamientos democráticos. Habla de la invasión de la intimidad de una persona. No hay nada más privado que el pensamiento inconsciente.
¿Podría tener alguien derecho de explotar cruelmente los deseos, necesidades, miedos y ansiedades que trabajan de modo incontrolable dentro de todo ser humano?
Dice Key:
“El contenido subliminal de la publicidad de los cigarrillos es un agente poderoso, que subvierte la razón y la lógica. En efecto, el contenido de la publicidad subliminal ha iniciado y apoyado una neurosis compulsiva entre cientos de miles de personas en todo el mundo. La psiconeurosis es generalmente definida como: “Un desorden emocional en el cual los sentimientos de ansiedad, los pensamientos obsesivos, los actos compulsivos y las enfermedades físicas sin evidencia objetiva de enfermedad, en diversos patrones, dominan la personalidad” (American College Dictionary).
Quítele sus cigarrillos a un fumador adicto y su comportamiento será exactamente igual al de un psiconeurótico. Sería sencillo concluir que los fumadores son estúpidos, al continuar su hábito a la vista de la apabullante evidencia del peligro que corren. Los fumadores no son más estúpidos que cualquier persona manipulada por el contenido de los medios de comunicación masiva. Actúan sencillamente como era de esperar por medio de una sugestión pos-hipnótica procedente de los agentes de publicidad. Están haciendo lo que les ordenan que hagan cientos de millones de dólares anuales”.
En concordancia con el razonamiento de Key, el lector podrá exigir entonces que se lo informe del porqué aquellos productos que carecen de una campaña publicitaria desaforada que los sostenga en el imaginario social no circulan activamente ni en el discurso, ni en la subjetividad social, ni forman parte de las prácticas sociales del dispositivo existente.
Por qué, cabe preguntar, los sujetos no son dichos por esos productos, en tanto carentes de procedimientos que los inscriban en la configuración de la subjetividad social.
Esos procedimientos, afines a la reproducción de lo capitalístico como lógica, pertenecientes a su táctica, son la repetición y la multiplicación operadas por las máquinas de la hipersaturación y la hiperestimulación.
Intuyo que en ello radica lo que los publicistas estudiados acuerdan en llamar la manipulación del deseo.
Aquello que existe y no se fomenta publicitariamente carece de existencia en el mundo empapado y configurado por la lógica capitalística.
En el medio por el cual la manipulación de la capacidad del deseo se mueve, se desea tomar una marca, se anhela comer una empresa, se sueña vivir en un comercial.
Hogdson explica cómo se tritura y manipula el flujo deseante en el contexto de la globalización y el capitalismo.
La gran máquina social –dice- se apropia de esos flujos singulares y los tematiza, los codifica, los organiza, conforme a una lógica que le es propia: los tritura; transforma el saber sobre el deseo en un mero conocimiento disponible para el sujeto al precio de un valor transable y donde ya nada lo cuestiona. El sujeto no paga con su ser, sino con su dinero.
Hablando de la “normalización” y del “ordenamiento” como elementos del dispositivo social, dice Hogdson que son las respuestas a la hiancia abierta por el goce, por los residuos de la máquina simbólica, que no puede reabsorber sino bajo la forma de una proliferación de objetos que condicionan y prorrogan las relaciones del sujeto con la verdad del deseo en el marco de una elección forzosa.
Explica Hogdson que “…Heidegger había aislado esta función normalizadora y la llamó el Uno, el “se” en la cual el dasein aliena su posibilidad, su despliegue, adosando su pregunta a la pregunta común y a la respuesta común. El conjunto de estos procesos es lo que permite construir la subjetividad epocal, imponiéndole al deseo una dirección, tematizándolo, circunscribiéndolo a una frontera, a un ámbito de expresión no-conflictivo, vaciando su función contestadora y subversiva por medio de la oferta cotidiana de objetos. He aquí pues la acción trituradora de las máquinas sociales contra la acción desplegada por las máquinas deseantes”.
En este punto es posible sitiar el significado etimológico de la publicidad: el enfocar la mente hacia y también podemos hablar de creación de necesidades que la gran máquina social introduce y confunde con flujos deseantes. Más adelante se verá, como parte del presente marco teórico, cómo este proceso contribuye y lleva a crear lo que opto por denominar lo necesárico: mezcla innombrable de la instancia en la que un deseo estimulado se funde con la vivencia de la necesidad.
De acuerdo a estas consideraciones, la publicidad es un elemento del dispositivo capitalista normalizador y organizador de los flujos deseantes y es también un fenómeno social que está envuelto -aunque una expresión algo más adecuada sería decir que la publicidad es un fenómeno social que envuelve- en la constitución identitaria de los sujetos de una cultura.
En relación a esto Aprile sostiene que en los contenidos de las noticias, las tiras de televisión o los artículos de las revistas se describen, transmiten, ilustran y promocionan las normas, roles, estereotipos y valores que abarcan todas las experiencias y niveles socioeconómicos. En gran medida, los medios se ofrecen como espejos en donde los individuos y los grupos sociales buscan reflejarse y reconocerse… En palabras de O´Sullivan (1997), los medios se utilizan para indagar, desafiar, ajustar o confirmar el sentido que los individuos tienen de la propia identidad y de su persona.
Cuenta Armand Mattelart que al filósofo alemán Wolfgang Haug es al que se debe, en 1971, uno de los pocos estudios sobre publicidad como modo de vida cotidiano, que prolonga la reflexión de Walter Benjamín sobre la cultura de masas.
Al situar el dispositivo publicitario en la construcción de la identidad social e individual, propone el concepto de “estética de la mercancía”, queriendo indicar con ello cómo se organizan espacios imaginarios alrededor del objeto consumido o deseado.

lunes, 16 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 8

Observaciones sobre el discurso operado por la lógica capitalística.

El esquema conceptual desarrollado a partir de las hipótesis fundantes que involucran a la lógica capitalística, aborda al discurso como expresión del dispositivo social al que constituye y sostiene. Desde esta perspectiva se justifica la existencia de la relación entre la lógica capitalística y el discurso capitalístico.
El discurso no puede existir sin relación con un sistema material que lo sostenga en el ámbito de la acción y la materialidad. Por esa razón, en el contexto social del capitalismo y de la lógica capitalística es necesario observar de cerca los aspectos constitutivos del discurso. Desde ese análisis el discurso como dispositivo se encuentra encerrado entre las paredes que le plantea la lógica capitalística.
Es necesario además realizar una serie de consideraciones contextuales e históricas acerca de los fenómenos que el discurso capitalístico permite observar en calidad de emergentes, de materia social en proceso de emergencia lingüística y subjetiva.
A nivel cultural hay un conjunto de significaciones encargadas de mantener y reproducir solidez institucional. No obstante ello, cambian. Este fenómeno de cambio, llamémosle perpetuo movimiento epistemológico, se produce recurrentemente a través del tiempo histórico. Pareciera necesario que este proceso de mutación de las figuras sociales de representación ocurra bajo un meticuloso sistema de vigilancia y atención. El cambio diseñado para ocurrir de un modo enérgico y constante produce un efecto de perplejidad en el que las significaciones y la subjetividad se pierden en un espacio imaginario social de caos. Una especie de dimensión en la que la experiencia en el mundo se vivencia como a-significativa.
En el mundo de la cotidianeidad estos procesos se materializan constantemente. Los vaivenes de las significaciones son perpetuos, sin incurrir en una polisemia de las significaciones que deje a los sujetos a-significados.
Tomemos por ejemplo una disertación brindada por un charlista. Suele ocurrir en la actualidad que la población que habita ese tipo de espacios se encuentra cibernetizada, maquinizada, equipada con celulares, aparatos diversos puestos en muchas partes de sus cuerpos, auriculares. Todos aparatos que suenan, que operan a modo de distracción, de fragmentación de la atención que pueda prestarse. El mismo fenómeno se traslada a los cines o a los teatros, espacios que fueron diseñados con intenciones que mantienen a la producción de esa aparatología ajena a sus fines.
Lo que se pone de manifiesto es que se efectúa una mutación del sentido asignado históricamente a las palabras charla, cine, teatro, o la que fuera. En el caso de una charla, el a priori que vincula a esa significación con los grupos sociales es la escucha de quien habla. Podría enunciar que se produce entonces una mutación de la significación cuando la atención se encuentra fragmentada en varios lugares a la vez, cuando el símbolo charla indica, desde una perspectiva y una práctica histórica, que la atención debe estar centrada sólo en la escucha de un discurso. Esta es una característica de la práctica del discurso en las fronteras del medio capitalístico: la mutación de las figuras en asientos de la hipersaturación e hiperestimulación de la subjetividad social.
Hay factores que pueden contribuir con su cambio al enriquecimiento del aprendizaje social. Asimismo, hay otros que al cambiar corrompen la identidad de la institución o de la organización, es decir, que deben mantener cierta estabilidad a menos que se posea un plan para llevar adelante el cambio radical, de raíz, significativo (debatiendo acerca de lo que es preciso o necesario conservar, a modo de realizar una redefinición institucional que conserve aquellos factores, aspectos o mecanismos que aporten al funcionamiento de sostén institucional-subjetivo. Jacobo Levi Moreno lo llama conserva cultural ).
Este tipo de fenomenología es la que generalmente no trasciende bajo la operación de los mecanismos de funcionamiento negativo.
Una primera hipótesis de la producción discursiva en el contexto capitalístico se manifiesta (se puede elaborar) en un sistema de operaciones discursivas que plantean un modus operandi caracterizado por una tendencia a la distracción, casi alienación, a la estaticidad, por la continua reiteración de los esquemas de pensamiento social aprendidos. Es decir, de aquellos esquemas que han sido aprendidos mediante el proceso de socialización y cuyo fenómeno más significativo quizás sea que no sabe con seguridad el porqué del aprendizaje de esos esquemas ni el porqué de la estabilidad temporal (vigencia) de esos contenidos aprendidos.
El porqué de una conserva que se manifiesta en la subjetividad como vencida, con signos de estar rancia.
Con relación a los procesos de socialización, Cornelius Castoriadis apunta que se juegan en y por el proceso de significación. El proceso de socialización constituye la entrada en el magma instituido de significaciones sociales.
Osvaldo Bonano afirma en este mismo marco que la madre y el padre no son solamente el primer grupo: la madre y el padre son claramente la sociedad y la historia en personas inclinadas en la cuna del recién nacido, que hablan, y eso no es grupal. Es social. La lengua no es un instrumento de comunicación; ante todo es un instrumento de socialización. En y por medio de la lengua se expresan, se dicen, se realizan y transfieren las significaciones de la sociedad.
En este trabajo pretendo dirigirme hacia la realización de la biopsia realizada sobre los tejidos constituyentes de los procesos de socialización que operan actualmente en la sociedad de la lógica capitalística.
Creo que esos tejidos constituyentes están formados, mayoritariamente, por el mundo social publicitario, descendencia de la lógica capitalística y de los medios saturados e hiperestimulados.
Ello es lo que la lógica capitalística necesita para socializar y reproducir a sus sujetos. Y, de acuerdo a esta arquitectura contextual, es sobre este tipo de esquema sobre el cual los procesos de socialización se encuentran operando con mayor facilidad y a semiovelocidades asombrosas.
Retomando lo antedicho acerca del modus operandi del sistema de operaciones discursivas al que me estoy refiriendo, atinaré a aproximar que aquello, pensado a los fines conceptuales como modelo, se constituye como modelo de repetición, básicamente.
Una de las maneras de apreciación consiste en atender a las técnicas tipo de discursos con los que deben trabajar los programas de talk-show, en donde el todo discursivo, el uso del humor, del análisis de la actualidad, del intelectualismo consiste en continuar la cadena de hipersaturación del deseo, en donde los mismos personajes con sus signos y discursos clásicos se encuentran aparecidos y repetidos la mayor parte del día en los aparatos de televisión, en las radios, en los medios gráficos, es decir, por todos los sitios adonde la subjetividad social encuentra refugio, alojamiento, nutriente, fundamentalmente, operando de esa manera como el más eficiente, tal vez, de los medios de reproducción de poder de la máquina social hiperestimulada.
De esta manera es como interpreto el mecanismo de actividad de los mecanismos sociales de funcionamiento negativo.
Dentro de estas características se reproduce entonces el modelo repetitivo de la subjetividad social capitalística.
En referencia a esto presento a continuación una serie de concepciones sobre las artes publicitarias insertas en el seno del mundo y de la subjetividad capitalística.

miércoles, 11 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 7

CAPÍTULO 2

DISCURSO Y DESEO. APUNTES VINCULARES.

Apuntes sobre la producción discursiva.

La teoría que se pretende desarrollar en Discurso y deseo en la lógica capitalística encuentra uno de sus pilares en la producción de discurso, la producción discursiva en las condiciones sociales de emergencia capitalística en tanto lógica.
Lógica, como ya he alcanzado a esbozar, se refiere a la configuración de la subjetividad sostenida y apoyada sobre los preceptos y mandatos producidos o emergentes de lo capitalístico, como modo de configuración y posterior constitución de la dimensión subjetiva de los individuos de la sociedad que se corresponde con este sistema de funcionamiento social.
La lógica capitalística se instituye en el marco del paradigma del fenómeno de la globalización. Ello delimita, o quizás sea adecuado decir que deslimita, los alcances del modo de producción del discurso capitalístico y/o producido por la lógica capitalística.
Es necesario un introito teñido de interrogación, genealógica tal vez, de lo que es la producción discursiva de un sistema social.
Diré primeramente que la producción discursiva es la forma de la alianza que se establece entre la contextualidad social (sus factores de producción, la historicidad), la configuración de la subjetividad y sus modos de enunciación.
La idea de historicidad se refiere a una especie de transformación acaecida en la subjetividad social a través de la cual hechos culturales mutan, con intensidades variables, las figuras de representación que previamente los sujetos poseen y producen de problemáticas sociales determinadas.
Los discursos sociales son un conjunto de prácticas lingüísticas que tienden a mantener y/o promover un formato de relaciones sociales que sostienen un grado intenso de coherencia con las disposiciones de un dispositivo social puntual. De esta manera, se constituyen como empresas que trabajan con la elaboración de sentidos. Esos sentidos, parte de las figuras reproductoras del dispositivo, esquematizan modelos relacionales, de acción y fundamentalmente de deseabilidad, sostenidos en la práctica discursiva.
La producción discursiva es aquella posibilidad de existencia del sujeto -sujetado- en las inmediaciones y en la dimensión de lo que un paradigma (episteme o dispositivo social, al decir de Michel Foucault) permite pensar, advertir, intuir y/o territorializar.
La producción discursiva es la emergencia de ello. Sobre esa institución es posible, generalmente y de forma posterior en el tiempo, ejercer el estudio, análisis y crítica del discurso social. Previamente debe instituirse el proceso de constitución discursiva.
En concordancia con ello se vislumbra que me refiero a un proceso instituyente que quizás -ya será analizado- se encuentre más instituido de lo que aparenta.
La producción discursiva de un sistema social se encuentra sujeta, entonces, a procesos y procedimientos de institucionalización subjetiva de formas y de sentidos que se internalizan en la subjetividad social, y su función, básicamente, es la de servir a los fines de la habitabilidad de la dimensión subjetiva en el mundo.
Es operativa la subjetividad aliada con los límites y los principios excluyentes del discurso.
En referencia a estos principios, Foucault, en “El orden del discurso”, suponía que en toda sociedad la producción del discurso se encuentra controlada, seleccionada y redistribuida por cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad. Indica además que las prohibiciones que recaen sobre el discurso, a través de los mecanismos excluyentes, revelan rápidamente su vinculación con el deseo y con el poder.
Con relación a lo antedicho, Foucault piensa que no tiene nada de extraño debido a que el discurso no es sólo lo que manifiesta o encubre el deseo, sino que es a la vez el objeto mismo del deseo, pues el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que uno quiere adueñarse.
En un artículo sobre la producción discursiva y los problemas sociales, Juan Sandoval Moya refiere al lector la hipótesis foucaultiana de que en toda sociedad la producción del conocimiento está a la vez controlada, seleccionada y distribuida por un cierto número de procedimientos de exclusión social, fundamentados en tres formas básicas de control de la producción del discurso.
Primeramente se refiere a la categoría de lo prohibido, la cual señala ámbitos de la realidad sobre los cuales no puede hablar cualquiera, siendo -apunta Moya- los espacios de mayor exclusividad el de la política y el de la sexualidad.
Luego, como otro principio excluyente del discurso formulado por Foucault, plantea la separación entre lo normal y lo anormal. Manifiesta que no se establecen ámbitos temáticos de prohibición social, sino que se centra la segregación en el establecimiento de rasgos o características personales que inhabilitarían a determinados sujetos para producir discurso.
El tercer principio de control en la producción de discurso -indica Moya- se refiere a lo relacionado con voluntad de verdad, estableciendo la operación de preceptos ahistóricos o a prioris, que se encuentran implantados en toda producción discursiva, bajo la producción de cualquier contexto social.
En esta inteligencia concibe Moya a los discursos sociales sujetos a mecanismos de control y producción de subjetividad social.
Lo que pareciera que se produce entonces, de forma aparente tal vez, reflejo lunar quizás, es un pack de sentidos (sujetos al conjunto de factores morales, históricos, culturales, geográficos y geopolíticos) a los que las figuras incorporadas a lo subjetivo recurren, a través de ese discurso producido, a los fines de habitar el mundo y de relacionarse con él.
De ello la importancia vital de la contextualidad y de la historicidad de ese proceso de producción discursiva, en este caso preciso, en las inmediaciones de la lógica capitalística. Pues la subjetividad social se relaciona, en la lógica y en el mundo de producción de experiencia capitalística, básicamente con la hipersaturación y con la hiperestimulación de las capacidades del deseo. Produce agenciamientos fugaces, fluidos, hiperconsumistas e insostenibles en el plan de perduración en el tiempo.

lunes, 9 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 6

La mediatización en la lógica capitalística.

Cada tanto, en la historia se sitúan momentos de revueltas subjetivas y de revoluciones ante estructuras que hacen de un estado cualquiera y de una intensidad determinada un equilibrio dotado de permanencia, un estado instituido. Este tipo de fenómeno social suele producir una intervención en la figura de la representación subjetiva de la vida, de la sociedad y de las instituciones nucleares que no deja lugar a otra cosa que a posar, sobre las ruinas de las estructuras, nuevas mantas, que denomino mantas térmico sociales, basadas en la invención, o en la recreación (esta palabra alude al acto de inventar).
Las mantas térmico sociales dan cuenta de un concepto estrechamente ligado a las relaciones públicas del sistema y de la lógica capitalística.
Desde la teoría de las relaciones públicas, hay una compleja y entramada serie de definiciones, usos y prácticas que tienden hacia lo que se denomina newsmaking. Este tipo de operaciones se producen a partir de una explosión mediática de contenido informativo. En ese hecho el contenido de la información transmisible es dejado de lado y lo que se refuerza y sobre lo que se trabaja, para que no pase en ningún momento por alto o desapercibido de la subjetividad, es el impacto. Esta operación trabaja bajo el mismo modus operandi que hasta este momento viene siendo descrito, sin que sea otro que el contexto de la hipersaturación y la hiperestimulación del deseo y, particularmente en este caso, de la percepción.
Lo que estimo conveniente llamar mantas térmico sociales suele ser denominado estrategias de conmoción de la opinión pública, o también estrategias de dominación de las masas, pues, de acuerdo a ello, estas operaciones trabajan y operan tomando la atención de la subjetividad social, encarnándose en el discurso y apropiándose de él, y contribuyendo así, de acuerdo al mayor o menor agite de los medios, a la creación y/o configuración de un ánimo social determinado, medible en temperaturas sociales. Por ello considero gráfico utilizar el término de mantas térmico sociales para referirme a esta herramienta conceptual de análisis de las operaciones sociales de los medios masivos de comunicación fundados en la lógica de funcionamiento capitalístico de la subjetividad social.
El planteamiento de esta terminología resulta de significativa coherencia con los fines del funcionamiento capitalístico, pues esta exacerbación de los ánimos sociales, y sobre todo su posibilidad de ser manipulados por las operaciones hipermediáticas, son señal de un claro mensaje que puede ser codificado desde los postulados de la distracción del deseo y desde la contribución a incorporar cada vez más la subjetividad social a los rituales de mantenimiento de los mecanismos de funcionamiento negativo.
Por ello la concepción de mantas térmico sociales es parte de la alianza de una serie de mecanismos sociales de la lógica capitalística que debe funcionar de esa manera. Pues nótese, además, que su modo de operación y acción se ejerce también sobre el deseo y sobre la atención, en relación estrecha con la fenomenología social de la distracción en el dispositivo capitalístico.
¿Por qué creo que estamos en un momento propicio, o mejor dicho, que obliga a la invención?
Una eventual tentativa de respuesta, de aproximación, puede situarse en nombrar esos territorios como aquéllos que se dejan ver en lo discursivo sobre todo. El discurso es el ámbito en donde se puede observar y percibir el quiebre imaginario de las representaciones de sostén subjetivo, es decir de las instituciones de amarre, nucleares. Aquéllas que permiten la sujeción a la cultura y que funcionan, como ya he citado, como apoyaturas sociales del psiquismo. Estas son: la seguridad, la salud y la economía. El orden es situacional.
Sin embargo, tal vez ya no sea posible plantear esta misma alianza de instituciones de importancia fundamental para el psiquismo fundado en pleno apogeo del dispositivo moderno en la lógica capitalística. Hay un importante conjunto de efectos capitalísticos que se constituyen necesáricos y que devienen configuración y sostén del psiquismo (empleo la palabra psiquismo debido a que se corresponde con las reformulaciones que estoy proponiendo a la teoría de las apoyaturas sociales, la cual se sirve de este concepto. Para los desarrollos de la lógica capitalística el término empleado es subjetividad social). Este conjunto de efectos es justamente el que resulta de la aplicación hiperestimulatoria e hipersaturadora sobre cualquier objeto que se pretenda llevar a la dimensión de la constitución necesárica en la subjetividad sin que sea perteneciente obligatoriamente a las instituciones que se conocen tradicionalmente como nucleares o como apoyaturas sociales del psiquismo.
La posibilidad de hiperproliferación de un signo cualquiera convertido en capital es en donde radica el poderío del devenir necesárico. Tal poderío implica una transformación y/o mutación de la nuclearidad de las instituciones imaginarias tradicionales pues la nuclearidad institucional en la lógica capitalística se presenta como construcción programada por tácticas marketineras. Ello contribuye, cada vez más, a las tácticas o tendencias a la universionalización de la subjetividad y de la deseabilidad misma. Pues cuando es factible constituir nuclearidades institucionales mediante la artificialidad que la hipersaturación y la hiperestimulación se encargan de proliferar, lo que se configura como maleable y manipulable es la deseabilidad. La posibilidad de introducir esa tendencia es a través del discurso.
En las características de esta contextualidad esa posibilidad se da a través de la reproducción y/o multiplicación del discurso o discursividad mediática.
No obstante ello, los sujetos, en vano esfuerzo por retener esas figuras y esas significaciones de la dimensión institucional nuclear, les otorgan uso discursivo en toda conversación. En muchos casos ejecutando técnicas de crítica discursiva, lo cual pone de manifiesto que se encuentran en el punto de deconstrucción, pero demuestra también que están presentes, que es importante y necesario que el discurso las nombre para no olvidarlas, para que no dejen de estar de alguna manera surtiendo efecto, sirviendo de apoyo, sosteniendo.
Por ello es, quizás, que los sujetos tendemos hacia el discurso que hace abuso del juicio diferencial.
Claro que no se aceptará en las estructuras subjetivas rigidizadas por la institucionalidad la irrupción de lo grotesco, de lo extraño, de lo redefinidamente expresado porque eso implica un desamarre, una cierta sensación de des-sujetamiento, de vivencia de caos irreversible. Implica una amenaza al futuro prometido por la institucionalización. Esa es la lucha imaginaria que se produce y que se impone, a los fines de este conjunto de teorías, como motor de la historia. Descreo que siga siendo absolutamente cuestión de economía y materialismo. Quizás sea cuestión de subjetividad usada para habitar el mundo lo que lucha desde los inicios de la sociedad. Y las diferentes modalidades, es decir las distintas caretas tras las cuales se ocultan esos intereses, son justamente los períodos históricos que cambian cuando no dejan otra opción que revalidar esos intereses. Y la herramienta de la que se valen esos períodos históricos es la invención.
La invención del dispositivo capitalístico radica en la mutación de la solidez nuclear de la institucionalidad. La irrupción de las disposiciones necesáricas. La artificialidad y la mediatización en el proceso de configuración de la subjetividad social y de la deseabilidad.
La invención en las sociedades se hace visible a través del surgimiento de materia social expresada en fenómenos que irrumpen e interrumpen el flujo cotidiano de subjetividad social y deseabilidad instituida. Generalmente la materia social en estado de irrupción es dable de opinar. Seduce para eso. Ahí se expresa la lucha, el encontronazo, el desacople, la rudeza, la rispidez entre diferentes intensidades de la capacidad deseante.
Un posible ámbito de observación son las clases sociales en su dimensión material y lingüística: barrios, bienes materiales, códigos lingüísticos, modalidades de celebración, formas de protesta, etc.
Será necesario, como corolario de estos apuntes primeros, situar algunos términos en su campo de nomenclatura e historicidad correspondiente.
Me afirmo en la hipótesis de que el capitalismo, en tanto modo material de producción de relaciones sociales, se encuentra en estado colapsado en lo que implica su carácter de productor de subjetividad.
El sistema social capitalista ha llegado al principio de su fin. A la iniciación de su fin. ¿Qué más necesita demostrar?
Un sistema social de características capitalísticas llega a su fin cuando se presentan observables sus vencedores y vencidos, por llamarlos de alguna manera gráfica.
En este punto se hace necesario definir el concepto de la palabra fin y sus implicaciones.
¿Qué es lo que termina? ¿El sistema de intercambio, la subjetividad, los sujetos?
Lo que se presenta llegando a un radical proceso de mutación en el fin o, como prefiero llamarlo, colapso del sistema capitalista, es la subjetividad como producto de un dispositivo social. La presentación del estado de debacle subjetiva se encuentra determinado por la situación de destrucción de las significaciones sociales imaginarias nucleares, aquéllas transversales a los tipos de subjetividad que componen a una organización toda. La idea de mutación y heteroestasis encuentra su rol protagónico ante esta situación.

miércoles, 4 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 5

La experiencia del mundo social capitalístico. Una posible máquina saturadora de la subjetividad.

Las enfermedades de saturación expresan saturación social. Lo que satura es el contexto, la modalidad de relación capitalística. Lo que satura es la subjetividad configurada por la lógica capitalística. La nominación y la puesta en marcha de estas concepciones en la sociedad se deben al desarrollo y a la inteligencia de compartimientos funcionales fundantes del sistema. Siempre dentro del conocimiento y la epistemología oficial. Uno de ellos es el científico. Para el caso nombrado, el ejemplo válido es el funcionamiento del DSM IV. Las enfermedades de saturación son nominalizadas por estos compartimientos fundantes. Su modo de funcionamiento capitalístico consiste en que, tras el tratamiento al que los sujetos acceden, no salen de sus terapias con el ejercicio de la reflexión y la deconstrucción de su autonomía. No salen con la deconstrucción de sus prácticas sociales ni de la deseabilidad en la que se ven envueltos. Son sujetos a los que un cuerpo disciplinario científico, por nombrar alguno, aplica un proceso de asimilación de los parámetros y esquemas de la vida social capitalística, de tal forma que se producen y se crean sujetos re-adaptados a la lógica que los saturó. El método de tratamiento de la saturación deviene método adaptativo. Esto, desde luego, no es obra de un psicoterapeuta perverso. El paradigma científico, inmiscuido y colado por cada intersticio de la vida social a través de reducciones lingüístico-conceptuales, ampara este proceso de adaptación. Es difícil ejercitar la autonomía y practicar la deconstrucción reflexiva en un contexto que produce constantemente distracciones tentadoras y seductoras a las que resulta sumamente más gratificante recurrir que a un espacio de reflexión o de análisis.
Esta serie de cuestiones se refieren a los denominados mecanismos de funcionamiento negativo. Básicamente, son entonces aquellas operaciones que atentan contra la puja de la autonomía del deseo o de la deseabilidad en el marco capitalístico.

lunes, 2 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 4

Mecanismos de fortalecimiento negativo.

Los mecanismos de fortalecimiento negativo son operaciones subjetivas producidas por la emergencia de la subjetividad social capitalística.
Su función apunta a fortalecer el debilitamiento de las instituciones y significaciones sociales imaginarias significativas o nucleares. La operación es de distracción básicamente. Los mecanismos de funcionamiento negativo se encuentran enmarcados en la procesión emergente de la contextualidad histórica de la posmodernidad.
Tienden a operar en el ámbito del debilitamiento de las instituciones. Es un tipo de debilitamiento que no ocurre por autonomía, es decir, no es una de-construcción autónoma de las instituciones que rigen los esquemas sociales. Los mecanismos de fortalecimiento negativo no son ese tipo de debilitamiento que la subjetividad ejecuta a fin de la reconstrucción subjetiva. En ese caso se ejercería directamente la reconstrucción de las apoyaturas sociales del psiquismo, según la teoría de Rene Kaes.
Estos mecanismos se refieren a un debilitamiento casi inconsciente. Pertenecen al plano de inmanencia. Habitan ese ámbito de configuración.
Sostengo que los mecanismos de fortalecimiento negativo operan desde una conciencia que se auto percibe como correcta desde el agotamiento y el desfondamiento subjetivo. Denominaré a ese estadío debacle subjetiva.
Es una operación, la de estos mecanismos, de distracción, básicamente. Se atraen los deseos en dirección a la configuración capitalística, maleando la deseabilidad de modo artificial, de manera tal que la capacidad deseante no se dirige hacia la inmanencia del deseo, camino hacia la autonomía de la subjetividad.
En eso radica la distracción operada desde los mecanismos de fortalecimiento negativo.
La distracción puesta al servicio de las tecnologías bélicas del yo que operan en la sociedad haciendo de ésta una horda íntimamente enfrentada que consume la prefabricación del deseo artificial capitalístico como única alternativa para evitar la disolución del yo o de la subjetividad.
Por otra parte, los mecanismos de fortalecimiento negativo tienden a fisurar las paredes del sistema institucional imaginario. Ello crea caos y/o debacle subjetiva, vivencia de anomia ajena a investiduras simbólicas, un atentado a las apoyaturas sociales de psiquismo.
Una de sus formas de manifestación se deja ver a través de las enfermedades de saturación, (estrés laboral, síndrome de Ulises, acoso moral, moobing) que el mismo sistema se encarga, además de producir, de nombrar e instituir.