Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


viernes, 27 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 12

Apuntes referidos a lo necesárico.

El contexto en el que escribo estas impresiones es aquél que me permite pensar que nos encontramos ante una mutación de los procesos de desear. Una nueva esquematización de la deseabilidad. Esta supuesta mutación implica la noción de necesidad. Fusión del deseo con ella. Es decir que el deseo, al verse en el centro de un interjuego exhaustivo entre procesos de recepción subjetiva de estímulos inmanentes de la lógica capitalística, deviene deseo necesárico.
Necesárico designa a la resultante de la fusión de los impulsos del deseo con la estrategia de convertir objetos de consumo y cadenas de símbolos en necesidades.
Desde este marco hipotético, entonces, aquello a lo que denomino necesárico es una operación que se ejerce sobre el deseo, sobre la deseabilidad.
El terreno de la necesidad es el objetivo al que se estimula al deseo a que se dirija. Es el territorio en el que esa operación, caracterizada por las dimensiones de lo hiper, con-funde al deseo con la necesidad, dando así emergencia a una dimensión que no pertenece al deseo en su totalidad y tampoco a la necesidad.
Esto es lo necesárico. La conjugación del deseo por la necesidad.
Creo además que en esa operación, la cual reviste a la dimensión de la subjetividad social con el fenómeno de universionalización, es a través de la cual se ejerce la opresión capitalista. Ella no se efectúa sobre la identidad y el cuerpo, como en el feudalismo. El modo de opresión de la lógica capitalística es, fundamentalmente, sobre la deseabilidad. De modo que además de esquizofrenia, como plantearon Deleuze y Guattari, se presenta necesario pensar al capitalismo en tanto su vínculo con el concepto de deseo.
En cuanto al concepto de necesidad, éste ocupa una parte del significado de lo necesárico. Primeramente será menester para el acople al concepto de necesárico la idea de lo que no puede ser de otra manera. Eso es una necesidad.
Filosóficamente la concepción de necesidad tiene varias acepciones. Una de ellas, perteneciente a la filosofía de Aristóteles, manifiesta que se entiende por necesario, como ya se dijo, lo que no puede ser de otro modo.
Por otra parte, y según la óptica de Spinoza, lo necesario es forzosamente porque es contradictorio su no ser. Y por otro lado, las tendencias llamadas empiristas descubrieron en la necesidad algo muy distinto, tanto de un concepto abstracto como de un principio ontológico; como toda idea, la necesidad tiene que surgir de una impresión, de una representación y de ahí que para Hume la necesidad se resuelva finalmente en una costumbre.
Kant intenta mediar entre estos opuestos: la necesidad se opone a la contingencia y es aquello en que la conformidad con lo real está determinada según las condiciones generales de la experiencia. Después de Kant el problema de la necesidad se trató más bien al hilo del problema de la libertad.
El territorio de la operación de lo necesárico se constituye sobre la estrategia de convertir en necesidad el impulso, la pulsión de un deseo cualquiera a través de la hiperestimulación. Esa es la operación básica.
Es necesario comprender los aspectos que contribuyen a que un deseo devenga necesárico.
Primeramente diré que el deseo es desterritorialización, básicamente. Carencia de cuerpo, aquello que habita un cuerpo, según la terminología deleuziana, sin órganos. Un espacio a rellenar eternamente. Inagotable. Insaciable.
Ahora bien, ese relleno (espacio) no reclama ser saciado por lo que despierta una necesidad. Ese espacio es el ámbito legítimo del deseo, de la capacidad de desear, de la deseabilidad.
Una de las hipótesis principales que están siendo desarrolladas en este estudio sostiene que ese espacio que constituye y es constituido por el deseo es proclive a dos cosas en el marco del contexto capitalístico: a absorber la ilusión de lo necesárico, ilusoria garantía de goce, lo cual implica una instancia de territorialización ajena a los impulsos de la subjetividad y propia de la hipersaturación, concordante con la hipótesis de la subjetividad social distraída, y a la dificultad de no poder escapar a ese dispositivo de absorción. La causa de ello lo constituye la hiperestimulación extrema que se ejerce sobre la percepción y sobre el terreno de la deseabilidad. Ésta culmina con una saturación estructural a la que llamaré distracción del deseo. Pues otra de sus características es que la energía del deseo se posa sobre objetos cuya relevancia para la subjetividad son ajenos. ¿Por qué? Los intereses de este deseo, al que llamaré artificial, son ajenos a la subjetividad porque el fin -el goce- es siempre próximo, de presencia perpetua y porque la intensidad es efímera. Se carece de la posibilidad de elaborar una proyección a largo plazo con este tipo de deseos, que para este fin deben reproducir y materializar la lógica del consumo a través de la saturación y la estimulación perpetua del deseo, es decir, deben establecer vínculos de coherencia con la lógica capitalística.
Se deja entrever aquí que sostengo que es conveniente que los proyectos de vida estén erigidos sobre la base del deseo inmanente a cada sujeto. Singularidad. Sobre la deseabilidad ubicada en terreno de desterritorialización, campo virgen. Ello constituye el pilar para construir la autonomía, fundamentalmente, de la deseabilidad.
Lo necesárico, entonces, involucra a los conceptos de deseo y necesidad. Pues bien, de acuerdo a lo antedicho, y ya analizado el papel del territorio del deseo en la aldea necesárica, diré que el resultado del dispositivo de hiperestimulación del deseo ajeno y artificial, de existencia e intensidad efímera en beneficio de un nuevo consumo provocado por una nueva cadena de estímulos saturadores, es la sensación de necesidad: concretamente el sentimiento de incompletud y vacío (Suely Rolnik propone pensar la configuración de las identidades en este marco como identidades pret à porter) ante la carencia de algo que se nos presenta como promesa de goce, felicidad, completud, etc.
Como ya ha sido dicho esas sensaciones se presentan efímeras en el cuerpo pues nuevas cadenas de oferta de deseos artificiales y ya necesáricos se presentan por todos los intersticios de la existencia social: medios gráficos, radiales, televisivos, arquitecturas de multiplicación de marketing, etc. Se grafica con la conjunción de lo cotidiano y la hipersaturación la imposibilidad de escapar o de estar ajeno a esa saturación que capta al deseo envolviéndolo con la tendencia a mutarlo o convertirlo en necesárico y en superficial y ajeno a la deseabilidad que supuso alguna vez que sería singularidad.
La aparición de las identidades pret à porter se corresponden con aspectos de la lógica capitalística de funcionamiento de la subjetividad.
El concepto de pret à porter en la dimensión de la identidad se refiere a que la subjetividad está tomada por una serie de universos, y por lo tanto lanzada en esta situación de extrañamiento. Eso pasa no sólo porque somos habitados por una infinitud de universos, sino también por la propia lógica del capital que necesita crear todo el tiempo nuevas órbitas de mercado y deshacer otras. Con cada órbita que se deshace, un modo de subjetivación se deshace al mismo tiempo… Esto lleva a la mayor parte de las personas a querer ubicarse en la “última nueva órbita” que se está organizando. Entre otras cosas, por temor a quedar “fuera de órbita”… Sin embargo, eso no implica que uno conquiste una tolerancia hacia lo extraño. Tanto por la cantidad enorme de universos como por la propia lógica del capital, las figuras se deshacen muy rápidamente, pero en vez de abrir una posibilidad de creación individual y colectiva interesante uno interpreta la experiencia, desde un lugar identitario, como que algo le falla y siente la necesidad de reorganizarse gracias a los nuevos “kits de identidad pret à porter”, en vez de inventar nuevos modos de existencia por los que la vida pueda expandirse creativamente.

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