Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


lunes, 23 de mayo de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 11

El contralor subjetivo social. Apuntes desde la teoría del sistema aórtico.

El sistema aórtico es una instancia con intenciones gráficas fundamentalmente. Encuentra su referente en el mundo natural. Alude a la compleja trama de funcionamiento interconectado mediante la cual actúa el sistema cardiovascular de la unidad humana. El debilitamiento de una parte involucra una crisis general que puede incluso llevar a la bio-organización a la muerte.
A pesar de ello, allí, al igual que en las significaciones sociales, existe la conciencia, la posibilidad de creación de conocimiento y saber lo que se esta haciendo y hacia dónde se está proyectando el futuro, al igual que para sanar el sistema cardiovascular opera la conciencia de sanación. O de posibilidad de muerte. Saber eso constituye, casi por el solo hecho de conocimiento de una ecuación trágica, una intervención.
Es necesario indagar acerca del hecho que produce la estereotipia en un sistema aórtico. Es decir, ¿qué hay que observar y concluir cuando la conciencia de sanación no puede trasladarse al hacer, a la cotidianeidad, a la práctica subjetiva de los sujetos? Se cae en una táctica discursiva proyectiva en la que, planteándolo binariamente, lo malo se encuentra fuera de la propia subjetividad, y lo bueno, adentro. Es decir, el protagonismo del otro en la trama social.
Al respecto, suelo citar un extracto de la historieta Mafalda en el que la niña le pregunta al padre cómo habían sido sus tiempos. En respuesta, el blanquinegro personaje le responde que sus tiempos habían sido mejores, que en su tiempo había moral, que en sus tiempos las cosas eran derechas, que en sus tiempos había código y palabra. No como ahora. El padre de la niña termina su discurso preguntándole, con cierta ofuscación y cierta resignación al tiempo presente en el que el chiste transcurre: “¿Qué querés que te diga?”. En respuesta, Mafalda le dice que anhelaba que le dijera que éstos son sus tiempos.
En referencia a ello, y haciendo propicia la ocasión para referirme a los ya mencionados juicios diferenciales con los que opera la subjetividad distraída y saturada, diré que el funcionamiento de este tipo de operaciones subjetivas resulta probablemente obsoleto y, más importante aún, improductivo, pues en la era de la desolación, del pensamiento sin estado, de la distracción, se dedican estas operaciones a repetir que algunos tiempos pasados fueron mejores que éstos, lo cual produce desacoples subjetivos. Diré también que ello es incierto. Pero ésa es una cuestión que no es oportuno tratar en este tramo.
Los juicios diferenciales tal como han sido planteados funcionan a través del uso de una herramienta de la subjetividad social a la que denomino contralor subjetivo-social.
El contralor subjetivo social atenta contra la construcción y la proyección. La táctica discursiva del padre de Mafalda resulta de una proyección estereotipada, obstaculizadora del hacer sobre lo que se proyecta, pues no hay deseo vivo en su discurso. Deseabilidad. Deseo vivo en tanto fuerza movilizante, en tanto mancha que se expande sin nortes. Deseo vivo en tanto acción de protagonizar el presente por el cual habita la subjetividad y el discurso. Y tal situación es peligrosa, porque desarrolla la alienación del deseo, alienta la domesticación del hombre bajo preceptos no sólo estereotipados, sino ajenos a su voluntad, a su proyecto, a su deseo. En eso radica la tarea de las operaciones de distracción de la subjetividad.
El contralor subjetivo social es una herramienta que pone en funcionamiento las mecanizaciones de la lógica capitalística y colabora con la fabricación de lo que se tratará como fenómeno de universionalización de la subjetividad.
El discurso que es fabricado por esa deseabilidad capitalística, por ese tipo de proyección, es una clase de discurso que purifica el pecado de la responsabilidad. Pareciera que quien es afín y quien está sujeto a ese discurso no posee responsabilidad hacia el trabajo de construcción del futuro. Sólo se dedica ese discurso a mostrar diferencias con el pasado. Es decir que opera como contralor subjetivo social. Su mecanismo discursivo matriz es estrictamente el del juicio diferencial. Resalta las diferencias con aquello, en este caso, en donde las cosas fueron como las cosas deben ser. Lo cual es, desde luego, si no falso, merecedor de una respetuosa desconfianza.
Dentro del sistema aórtico que puebla la subjetividad de una organización conviven esta serie de conceptos extraídos de la observación de determinadas operaciones de la subjetividad. En razón de ello, los juicios diferenciales, los contralores subjetivos y los mecanismos de fortalecimiento negativo se convierten en una cadena significativa para la teoría del deseo inmerso en la lógica capitalística y en su discurso.

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