Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


viernes, 29 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

ESCENA DONDE SE VE A RODRIGUEZ RICOCHET RUMIANDO


Rodríguez Ricochet se preguntaba por qué no iba bien la relación iniciada con una persona a la que quiere.
Antes de preguntarse leía Metapedagogía. Preso de orgullo decidía no salir en su búsqueda en ese Mayo. Y se preguntaba y se preguntaba. El autor es Gregorio Germán. La otra persona le gusta, aunque el plus corporal, aquel sector del espíritu ajeno que nutre al propio, increíblemente no le brindaba afecto. Editorial Comunicarte. En el libro halló la frase siguiente:

“Lo que nos interesa es qué afirmamos, cuando negamos”.

Antes de que la historia húbose quebrado y antes de que el abandono húbose sobrepuesto ante la posibilidad de pintar la experiencia con colores nuevos, una tarde se preguntaba a sí mismo Rodríguez Ricochet, y entre medio de la demora de ese dialogo halló que era probable que sucediera lo tierno primero y lo inmundo luego, más tarde. Pues como si fuera fácil querer a los otros.
Así exclamó en el baño de su casa, mientras recorría ésta como explorando. Dijo otra cosa, miró un cartel, rascó una de sus axilas, hizo silencio y exclamo:
-Como si fuera fácil querer a los otros.
Decidió ahí mismo faltar a la cena semanal y se acostó a dormir la siesta sin poner el despertador.

miércoles, 27 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

ESPERANDO EL COLECTIVO


Llevaba Rodríguez Ricochet un maletín negro. Iba a la casa que alquila. Pensaba que algo iba a encontrar para comer ahí. Probablemente papas hervidas del mediodía y una lata de arvejas, o una combinación parecida. Sabía, eso sí, que encontraría soda fresca cuando llegara a casa. Volvía del trabajo. Se encontraría con un programa en la televisión que esperaba con ansiedad. Se paró a esperar el colectivo que más tarde arribó al barrio donde estaban las papas hervidas, la lata de arvejas o algo así y la soda fresca. En la cola vio a los que tenía delante señalar a uno que pasaba en bicicleta por la vereda de enfrente.
- Aquel es un idiota.
Señalaron a otro que iba cruzando la calle.
- Aquel es cornudo.
Uno se agarró la cabeza y dijo:
- ¿Ese?, ¡Ese es un estúpido de la primera hora!
Después miraron a una mujer que pasaba comiendo girasoles y escupiendo las cáscaras a la calle y sentenciaron:
- A la putita esa le gusta más coger que los triples de miga.
El interlocutor agregó:
- ¿La idiota esa? No trabajó en su vida. La mantiene el cornudo del marido.
El otro le respondió:
- El tonto ese lo único que tiene es un pito enorme. Según dicen.
De repente cada uno de los enumerados se hizo en la cola para esperar el colectivo. Justo detrás de Rodríguez Ricochet. Los autores del diálogo miraron a cada uno de los enumerados y cada uno de los enumerados miró a los autores del diálogo. Y se dijeron:
- Hola idiota, ¿cómo te va?
- Hola, bien, todo bien.
- ¡He, cornudo! Venga un abrazo.
- Si, ¡venga!
- Bobo, ¿qué hacés?
- ¿Cómo andan?
- Hola putita hermosa.
- Hola.
- Buen día idiota. ¿Qué tal el cornudo de tu marido?
- Bien. Ahí anda.
- Tonto pito grande, ¿tomamos una cerveza hoy?
- Hoy no puedo. ¿Mañana?
Eso fue todo lo que intercambiaron. Todos subieron al mismo colectivo. A Rodríguez Ricochet le salió espontáneamente no indignarse ni hacer ni pensar nada con respecto a nada. Ansiaba las papas hervidas, la lata de arvejas o algo así y el programa en la televisión. Y más que nada la soda fresca que encontró en el sifón cuando llegó a casa.

lunes, 25 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET PRODUCIENDO EN MAYO


Tomaba, Rodríguez Ricochet, café a la sombra del toldo de un bar. Hablaba con Juan. Su interlocutor lo oía atentamente. Rodríguez Ricochet dijo:
- Por ende, a los tipos que tú llamas inteligentes yo los llamo estúpidos.
Así dijo. Ahí nomás, como no habiendo marcado un corte, continuó.
- Efectivamente, esa ha sido la producción de Mayo. Curiosamente, pero sin decir en consonancia con ello, lo describiré brevemente. Mayo ha sido un mes en el que nada ha sido tolerado, cada estímulo rechazado, deseos de anteojos negros ante los colores rojos, actuaciones de jerarquías nefastas e insoportables ya, ni gentes, ni extraños ni no extraños, solo. Solo eso que queda. Una ciudad, un barrio, una clase social, una manzana, una calle, un número en el planeta, todo ello habitado por solo eso que queda. Así fue mayo. Aun no anhelo mejor suerte para Junio.
Juan no agregó palabras al discurso de Rodríguez Ricochet.
Afuera, incluso hasta adentro mismo, hace más frío que lo soportable.

viernes, 22 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET EXPLORANDO LA CHAQUETA


La bisectriz de Mayo se imponía en el sello. Rodríguez Ricochet estaba en tetas. No había nada para hacer, nadie para ver, ninguna obligación. La agenda del día estaba terminada. El ocio se instaló como clima, como escenografía. A pesar del invierno, la casa, chica, muy chiquita, estaba caliente. Encendió un cigarro. Una seca y a descansar en el cenicero. Al rato otra. Puso por primera vez un disco de David Bowie que le habían regalado con motivo de su aniversario veintisiete. Scary monsters. Los primeros temas no le gustaron pero lo dejó. A la mitad del número catorce lo sacó y puso uno de Chick Corea. Después puso uno de la banda de un amigo hasta que terminó. Mandó un mensaje informando que estaba en tetas e invitando al receptor del mensaje a que se acerque a la casa chica, muy chiquita, que estaba caliente. En pocas horas debería levantarse para ir al estudio, igual que ayer, pero no tenía ganas de dormir. Se sentía bien con sus tetas al aire. No había nada que ocultar. En casa no. Con vestimenta o sin vestimenta, da igual. Con ebriedad o con no ebriedad, da igual. Silencio o no silencio, da igual. Podía hablar con los fantasmas que las tetas al aire y las tetas al no aire y el sueño y el no sueño y David Bowie y no David Bowie y la borrachera y la no borrachera inventaban. Habló en soledad. Esperó. Ante el espejo inclinado miró cómo lucían sus tetas al aire. Le gustaron. Nunca lo había hecho. Las miró y las miró. Las tocó. Las acarició. Nadie llegó. Comió con las manos un pedazo de carne fría que estaba sobre un plato adentro de la heladera vacía y mientras lo hacía se pasó varias veces las manos por el pelo. Después sacó una botella de plástico de la heladera llena de agua helada. La destapó y tomó largamente del pico. Se chorreó las tetas al aire con el agua helada y prendió cigarro que dejó descansando en el cenicero después de dos pitadas. Se dejó puesta la ropa interior, sucia y repleta de olores a genitales y se acostó a dormir en el living, sobre un colchón que huele a pata. Un par de horas después sonó el despertador del celular. Se bañó, se calzó la ropa interior que se había sacado antes de bañarse, se puso su traje de profesional, recordó un par de artículos que seguro iba a tener que repetir para ganar dineros y se dirigió en estado de llegada tarde hacia el estudio. Ese día deseaba fingir solo hasta la llegada de la noche. En el camino, estacionó la camioneta en una vereda cualquiera, se metió las manos por debajo del traje profesional llegando hasta las tetas. Cerró los ojos y las frotó bruscamente con las dos manos. Se mordió los labios fuerte tres veces. Cuando le vino en gana terminar lo que empezó, acomodó la cuestión, se abrochó el cinturón de seguridad y aceleró.

miércoles, 20 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

LA ASQUEROSIDAD DEL CAMBIO EN RODRIGUEZ RICOCHET


Sana heridas echándoles sal, a sus dibujos los hace solo con colores negro, púrpura y verde musgoso, militar. Arma mal los cigarros que se fuma, desperdiciando; se enamora de quienes le brindan rechazo, busca trabajos que no le gustan, y para contrarrestarlo, busca actividades de ocio que le satisfacen menos aun. Seca yerba usada, y con frecuencia vomita lo que tiene adentro y se lo come después. Culmina la degustación con un trago largo de soda fresca. Al agua de la bañadera en la que se asea le echa jugo de limón, arena y vinagre y a las tostadas del desayuno les unta papel higiénico usado que recoge del cesto de la basura del baño. Antes se ponía alcohol en las heridas, y no se nutria de su propio vomito. Pero estaba cambiando. Y no toleraba que nadie le dijera nada. Ya tenía bastante con lo que le decían las voces del interior. Estaba cambiando. Y de un día para otro, encontró un sabor no desagradable mientras auscultó los pedazos sólidos de su vomitada con la lengua, halló placer en una actividad esclavizante, deseó el negro y el púrpura en sus creaciones, y así. Y así. Y así.

lunes, 18 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

ESCENA EPISTEMOLÓGICA ENTRE DOS RODRÍGUEZ RICOCHET


Solían jugar a inventar nombres y comunicárselos a través de mensajes de texto. A Hermano y a Rodríguez Ricochet el juego les resultaba muy divertido. La escena transcurre un viernes. Rodríguez Ricochet está en el baño de su casa, como todos los viernes después del trabajo. Ese mismo día Hermano, que vive en otra ciudad, Buenos Aires, adquiere un ciclomotor. A continuación, éste, recibe un mensaje de Rodríguez Ricochet que dice:

¿Y? ¿Martiniano Poncharelo Rutaceo Velocirraptor? ¿O Ricardo Carlos Ben Goma Arismendi Nervi con Pavimonti?

Minutos después Rodríguez Ricochet recibe un mensaje de texto en su teléfono. Es de Hermano. Dice:

Augusto Zenón Pasta Ricoh Alvear Quintimil.

Rodríguez Ricochet reflexionó que Hermano rompió la lógica del juego inventando el apellido Ricoh. Y ahí el contrato implícito del juego cambió radicalmente. Escribiendo Arrascoyta o Cárdenas Riquelme o Bustamante y Cofré, lo que seduce es la conjunción de palabras, un tipo singular de disonancia auditiva. Como social, pensaba Rodríguez Ricochet. La seducción en este caso se amalgama con lo visual, con el acto de ver y leer varios apellidos pensados por otro. Sin embargo con Ricoh la cosa es diferente. La legitimación del chiste se traslada hacia el plano de la pronunciación. Precisamente hacia la invención de una forma de hacer pronunciable la letra hache. Ahora el chiste no tendrá remate ni resolución hasta tanto la hache se identifique con un sonido. A partir de ahora es necesario borrar la tradicional mudez de la hache y arrastrarla hacia el plano de lo pronunciable, o, en el peor de los casos, al de lo divisable. Hermano debió brindar explicaciones en beneficio de la salud mental de Rodríguez Ricochet, pues estas cosas siempre le generan descalabros. No se reía del chiste.
Tiempo después, en ocasión de ver el uno el cuerpo del otro encontrados en una misma cocina, Hermano convirtió la explicación del chiste en un chiste, y Rodríguez Ricochet sonrió espontáneamente. Hermano, que es técnico en psicoantropofrayingenierilicenciaturías, concluyó que difícilmente nada por fuera de la epistemología, o algo así.

viernes, 15 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

DICIENDO DE LA OFICINA


Con la queja a flor de piel Rodríguez Ricochet comenta a Juan cuanto daña a su cuerpo la oficina en la que trabaja. Juan, desde otra ciudad, le escribe a Rodríguez Ricochet en ese Mayo.

Por la oficina también pasa la vida. Mira…

A veces como menesterosa
Arrastrada, pedigüeña, zaparrastrosa
Otras, disfrazada de errónea, confusa, ajena, malentendida
A veces la vida camina por la oficina

A veces la vida camina por la oficina
en las piernas hermosas de una oficinista
o ilumina con los ojos luminosos de una contable
o anda volando por el aire acondicionado
con los cabellos de la archivista
o sube la humedad ambiente con una boca cereza

Pero… quedó dicho, a veces… demasiadas veces
Anda mezquina, moralista, impávida – la vida –
Por la oficina

Parece que da condiciones de posibilidad de grises días
La oficina

A veces
parece que pocas,
anda el amor en la oficina

Entonces la vida retoza entre cajones,
biblioratos, oscuras planillas

Pero es raro que eso pase
En la oficina

miércoles, 13 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - LEANDRO TRILLO - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET AGARRANDO UNA METÁFORA


“… con esa claridad que brinda la luz de una sola vela en una sala amplia”. Alejandro Dumas había hallado tal observación súper precisa y Rodríguez Ricochet se enteraba de ella en ese momento de la noche. Estaba en la cama, no se había desvestido, ni había comido nada desde el mediodía. El mecanismo a través del que se introyectan las cosas se da, o por repetición disciplinaria o por imitación inmediata, espontánea, fundada en una intuición desmedida, como inconmensurable. Pues ahora prestaba excelsa atención a la claridad que brindaba su solo y amarillento velador. Lo asombroso es que pensó/intuyó que pudo divisar la claridad de Dumas perfectamente. Y así la introyección habrá pasado y perdídose en el tiempo. Ahora, estamos hablando de otra cosa, mucho más nuestra ya.

lunes, 11 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - LEANDRO TRILLO - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET Y OTROS RECURSEANDO HUMANAMENTE


La situación es al menos controversial. Rodríguez Ricochet estaba en la oficina, como si hiciera falta decir algo más. Dos sujetos ni se hablan a causa de algo que la inmensa goma del tiempo ha borrado. Discusiones sin voz, distanciamientos que no suceden en el plano espacial, empolvado odio prolijamente disimulado, carreras cuya meta es el desprestigio ajeno. De la trama participan una persona profesional de la comunicación humana y otra, exclusivamente ser humano. Ser humano con pies y cabeza. Cuando es inminente el cruce en un pasillo o el encuentro involuntario en la cocina ambos personajes disimulan su perplejidad ante lo que íntimamente desearían que fuera distinto. Miran con excesiva atención un expediente que llevan siempre consigo debajo de las axilas como instrumento de precaución, como un arma que defiende del encuentro con el otro. Era Mayo cuando se hablaron por última vez. Desde finales de ese mes nunca más volvieron a mirarse. Ya es como si, en el intenso universo que supieron construir, ninguno de los dos poseyera rostro.

viernes, 8 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - LEANDRO TRILLO - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET VISITANDO A ALGUIEN A LA TARDE


La tarde de Mayo espió a Rodríguez Ricochet y a la persona que iba a su lado y pudo corroborar que fueron a tomar cerveza artesanal a un bar y que de ahí se fueron a una plaza. Vio que en ella tranzaron sus labios, se tocaron lo que podían tocarse en una plaza – que fue mucho – y se abrazaron varias veces, por largo tiempo. Después pudo ver cómo se levantaron y se fueron. Por más subrepticios que fueron sus movimientos, no pudieron esquivar la óptica que la tarde había posado sobre ellos. La tarde estaba en todas partes. El fenómeno es asombroso. Y fue así que los siguió hasta una casa. Entró con ellos y siguió espiando. Vio como una de esas personas se metía en la boca el cuerpo de la otra y fue testigo de un sabroso y prolongado instante. Después, observó como una de las personas apoyó la espalda sobre un sillón nuevo y hermoso y cómo la otra distanció sus rodillas la una de la otra, rodeando la mitad del cuerpo que tenía debajo con sus ante piernas. Se agachó aun más, y vio cómo sacó la lengua hasta que su moderada melena cubrió lo que podía verse de su cara, de su boca y de sus cachetes. Vio que la otra persona tardó en poner sus manos sobre esa cabeza, que hacia rato estaba inclinada, hasta que finalmente fue testigo de cómo el pelo fue recogido desde la nuca y direccionado de arriba hacia abajo. La tarde no vio que se vertieran modificaciones en las posiciones de los cuerpos. La espalda siguió apoyada donde estaba y el pelo continuó siendo sujetado y manipulado con vetas escasas de salvajismo. La tarde observó el acabose y el momento en que uno se sacó la remera y quitó la de la otra persona. Después vio como se frotaron durante un rato y cuando se pintó la noche, la tarde observadora se fue y ocupó su lugar el frío oscuro. Mayor cautela ante la nueva espía. Ésta no vio más que una lenta puesta de remeras y un despreocupado proceso de asepsia bucal mediante la técnica de buches en la pileta de la cocina. Como no lo había hecho hasta el momento, Madre podría llegar de un instante a otro. Y convenía que los encuentre tomando mate, o estudiando, o fumando o jugando al estanciero.

miércoles, 6 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - LEANDRO TRILLO - 2011

RODRIGUEZ RICOCHET ARMANDO ALBUMES CON UNA SOLA FOTO


Ni bien sucedido, se tomaba un trago. De repente, lo escupía. En ese pequeño segundo, parecía que no le gustaba. Luego, se tomaba otro. Ese pasaba. Después, coincidían en la cocina. De pronto, aparecían apoyados en la mesada besos casi respetuosos y toqueteos no tanto. Más tarde, se miraban. Al cabo de un rato, se servían del sabor de la soda fresca. En ese mismo instante, no volvían a aparecer apoyados en la mesada besos casi respetuosos y toqueteos no tanto sino que, como de la nada, aparecían apoyados en la mesada besos respetuosos y toqueteos no tanto. Minutos después, miraban un cuadro. Transcurrido un breve lapso de tiempo, no volvían a servirse del sabor de la soda fresca sino que se servían del sabor de la soda fresca. Pasados unos momentos, no volvían a empezar, sino que empezaban. Pasado un rato, se tomaba un trago. Parecía que le gustaba. Más tarde, no volvían a coincidir en la cocina, sino que coincidían en la cocina. Largos segundos pasaban, y no volvían a aparecer apoyados en la mesada besos casi irrespetuosos y toqueteos no tanto sino que aparecían apoyados en la mesada besos casi respetuosos y toqueteos no tanto.
El cronista, dejándolos solos, se fue y, sin él, es imposible saber ya cómo transcurrirán las escenas siguientes. Miraba la escena desde algún afuera y concluía que no existe la repetición. Parecía no ser cierto ese discurso que tanto repetía a causa de que tanto creía en él. Los señaladores de tiempo discursivo, inexactos e imprecisos, parecían así poder demostrárselo. Parecía no haber más que un instante. Parecía que no había más que un universo entero en cada uno.

viernes, 1 de julio de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - LEANDRO TRILLO - 2011

ESCENOGRAFÍA DE RODRÍGUEZ RICOCHET


Nadaba, cantaba, gustaba de la soda fresca, se peinaba, corría, hacía arpegios en la guitarra, jugaba juegos de mesa. Todo ello con frecuencia, como todo junto, como lo que se ve de cualquier otra persona. Conocía el fragmento, anunciaba cosas y rara vez pensaba en política.
La calle era una puesta teatral en movimiento perpetuo. Escenografías, disfrazadas y disfrazados, payasos, el barro y el marfil en convivencia alternada, plantas, algunas luces, veredas que albergan a unos por la mañana y a otros por la noche, negocios alucinantes con los mostradores repletos de caries.
Por eso Rodríguez Ricochet, así es su apellido, es como quien merodea por entre escenas. Protagonista de álbumes de una sola foto. O de dos, como mucho.
La continuidad, la linealidad, el afecto por la predicción, terminarán, tarde o temprano, por abandonar el cuerpo de Rodríguez Ricochet.