Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


martes, 22 de febrero de 2011

SOBRE EL CUERPO Y EL PENSAMIENTO: ARTÍCULO DE APUNTES GENEALÓGICOS

Por

Op. Sic. Soc. Leandro Trillo
Bahía Blanca, Pcia. de Buenos Aires
República Argentina, Julio de 2006.


Uno entre tantos puntos de partida para analizar la historia de la concepción del cuerpo, de lo corporal, consiste en entrar en apuntes históricos y teóricos pertenecientes a otros dispositivos sociales distintos al actual. Ello a los fines de investigar una concepción epistemológica referida a algo (el cuerpo en este caso), una episteme, una forma de pensar.
Utilizaré reiteradamente la palabra dicotomía.
Dicotomía: División en dos partes. / Bifurcación de un tallo o de una rama. / Método de clasificación en que las divisiones y subdivisiones solo tienen dos partes.
El presente análisis observa la historización de la dicotomización con el propósito de generar la inquietud de preguntarse si es posible ampliar los horizontes limitantes de lo dicotómico. Dicotomía no solo referido a lo corporal. Dicotomía referida también a concepciones históricas que tienen que ver con la moral, con la ética, con las ideas de bien y de mal, con las concepciones científicas de arriba - abajo, de sano - enfermo, entre otras. ¿De dónde viene, entonces, la costumbre, la práctica y convención social de la dicotomización del cuerpo?
Dice Virginia Naughton que …el atravesamiento de la categoría dicotómica cuerpo - alma, gracias a la rígida prohibición ejercida a partir de ella, introduce una serie de tensiones que se distribuyen con arreglo a uno y otro termino de aquella dicotomía. Así, la prohibición de toda practica sexual (cuerpo) no vinculada a la función reproductiva, condiciona la emergencia de prácticas amatorias aberrantes, impuras, contra - natura, censuradas como indignas, por la sola razón de su acto, pues no aspiran sino al goce de la carne. De esta forma, la institución matrimonial se constituye como el lugar reservado para la práctica sexual.
A su vez, la “castidad” (alma) sostenida por medio de una “ascesis” del cuerpo, permitía aproximar y vincular el “cuerpo” a lo sagrado, a lo divino; mientras que la “lujuria” o la “concupiscencia” destinaba el cuerpo a lo diabólico. Así, el cuerpo en la edad media será objeto tanto de una diabolización como de una “sacralización”, siendo pues la “castidad”, a partir de la práctica de la abstinencia, el punto de resolución de la dicotomía alma - cuerpo.
Quisiera argumentar que no coincido con Naughton en que la castidad y/o la abstinencia hayan sido (o sean, aun hoy en instituciones como la iglesia católica, entre otras) el punto de resolución de la dicotomía alma - cuerpo. Por el contrario, si lo miramos desde lo que la episteme actual nos permite ver, puede decirse que ese punto de resolución lo que hizo fue acentuar aún más esa dicotomía. Siguió, a través de los años, generando dispositivos de escisión sobre las formas de representación que nos hacemos de las cosas. Hay muchas dicotomías que nacen y que se ponen en juego en base a la dicotomía “alma - cuerpo” desde hace siglos hasta la actualidad:

…La dicotomía cuerpo - alma organiza a su vez el conjunto de oposiciones goce - ascesis, de la cual, a su vez, se derivan, las categorías sagrado - profano, terrenal - celestial, mortalidad - inmortalidad, salvación - pecado, temporal - secular, etc. Así, el doble carácter del cuerpo como fuente de goce y como sede de lo divino a partir de la dicotomía medieval cuerpo - alma, organiza el conjunto de fenómenos y practicas discursivas en torno a la cuestión del deseo. La recuperación de lo “sagrado” del cuerpo, perdido por obra del “pecado”, se hallaba en la base de todas aquellas rígidas prescripciones.
Vale comentar que la visión dicotómica no es aplicable solo y exclusivamente a lo corporal, en las condiciones de escindir cuerpo - alma, cuerpo - mente, etc., sino que más bien puede decirse que el cuerpo o lo corporal como concepto ha sido dicotomizado por una institución mayor, por una episteme, por un dispositivo epistemológico social que excede lo que análisis banales y simplificadores puedan argumentar.
Dicha forma de percibir, de actuar con y en el mundo, quizás incluya factores de las más diversas procedencias, y quizás estos diversos factores sean también percibidos y analizados desde una cuestión pedagógica generacional dicotomizadora, lo cual constituye un nuevo problema a la hora de intentar pensar las propias lógicas de pensamiento occidentales.
Hablamos de interpretar factores que complejicen las ideas, las genealogías: historia, religión, economía, el feudalismo (historia), revoluciones, renacimiento, biología, matemática, humanismo…
En relación a las prácticas de pensamiento instaladas, dice Juan Carlos de Brasi:

…Adentro/afuera, arriba/abajo aparecen como limitaciones de las formas de representación que nos hacemos de nosotros y de las cosas mundanas, más que de nos-otros y de las cosas como realmente son y se van transformando.

Mientras de Brasi se refiere al pensamiento binarista, propone un ejemplo que incluye la escisión corporal y toda su contradicción histórica. Se refiere y analiza la piel.
Dice que la dupla a-dentro / a-fuera navega por un canal con dos brazos suplementarios: la existencia imaginaria de un límite y un límite imaginario de la existencia. Continúa diciendo que la primera está circunscripta por la envoltura de la piel: hacia adentro contenedora de órganos, soporte de funciones sencillas o complicadas. Hacia fuera todo lo que ella no puede recubrir, aunque sí ser la base membranosa de todo tipo de recepciones.
De Brasi rompe con la simplificación, con el binarismo del pensamiento usando este ejemplo. Concluye pensando …esa delgada tola fisiológica, estética, mítica, que es la piel, ya separa uniendo y une separando. De tal modo que también podría hablarse del cuerpo y tomarlo, a la vez, como concepto analizador de toda una antigua concepción del mundo, de los monumentos (ya en proceso de ser vestigios) de una antiquísima forma de armar lo real. Es decir que podría proponerse ahondar en análisis que permitan ver qué relaciones de poder, qué cuestiones de economía, cuanto de religión, cuánto de historia se oculta detrás de la dicotomización del cuerpo.
¿Qué nos permite pensar la división del cuerpo en alma, en carne, en espíritu, separados estos conceptos unos de otros? La propuesta es generar algo del orden del pensamiento propuesto por de Brasi. Transversalizar el pensamiento sobre lo corporal, como dice Ana María Fernández, es evitar todo desvío que apele a alguna verdad sensible, a alguna “última ratio” de la corporalidad, a alguna utopía de cuerpos liberados.
En relación a la separación o dicotomización cuerpo - deseo, Naughton razona que …en efecto, la noción de deseo se vincula discursivamente a la noción de “cuerpo”, pero no se trata de un cuerpo meramente físico, sino de un cuerpo “simbólico” como soporte del deseo y sobre el cual opera el atravesamiento significante. Todo cuerpo, en cualquier cultura, es absorbido por un sistema de significaciones que lo capturan y lo atraviesan, introduciendo en este una causalidad simbólica por sobre sus funcionamientos biológicos. Puede agregarse el punto de vista de Enrique Pichon-Rivière en cuanto a la inserción social de la persona. Dice Pichon que el cuerpo, protagonista del movimiento, es entendido como insertado en un ámbito social, en el que oficia como sistema de expresión y de lenguaje. Quizás sea indagando por entre estos razonamientos que se pueda pensar por qué Pichon-Rivière habla de áreas de la conducta efectuando una separación conceptual entre el cuerpo, la mente y el mundo externo.
Es cierto que se puede argumentar que para efectuar análisis es preciso separar para comprender cada elemento por separado y llegar a nuevos niveles de integración. Y seguramente esto es lo que pretendió un pensador de la magnitud de Pichon-Rivière. Pero ronda por entre estas páginas la intuición de que es preciso re-ver estas cuestiones propias del proceso analítico sobre todo entre quienes estudiamos a Pichon envueltos en la complejidad de un paradigma que cada vez separa menos, que cada vez le da más lugar a la interconectividad de los sucesos, que cada vez incluye más lo azaroso y lo caótico en las formas de interpretar científicamente la experiencia del mundo. Concebir rígidamente la concepción escindida de lo que Pichon-Rivière llamó cuerpo décadas atrás puede generar malos entendidos del todo evitables. Evitar malos entendidos evitables es una tarea fundamental para todo grupo que pretenda elaborar prácticas de pensamiento.
De todas maneras, pareciera que este pensador vio algo de lo que podía pasar con concepciones “peligrosas”, o, si se quiere, vio o pre-vio lo que podía pasar con “cabezas” que se alejan de los paradigmas complejos. Digo esto porque dice:

…Sin embargo, surge la sospecha de que algún cambio decisivo puede acontecer en ese cuerpo tan nuestro, desde el momento en que es posible distanciarnos de él y preenviarlo, como una cosa entre otras. Esto ocurre cuando lo sometemos a una observación total o parcial. Aparece entonces un sentimiento de extrañeza que convierte al cuerpo que somos en un objeto que tenemos, que está a nuestra disposición…

Hubert Reeves pensaba que …resulta muy evidente que el “cuerpo” del que tratamos aquí no es en absoluto un concepto. Es aquello de lo cual tenemos una experiencia diaria y que hacía decir a Wilhelm Reich: “No tenemos un cuerpo, somos un cuerpo”. Gracias a él estamos en el mundo y ahí permaneceremos tanto tiempo como él nos lo permita. Es lo que nos hace sentir, sufrir y tener angustias…
En ello radica la importancia de conocer los orígenes de esta dicotomización histórica producida sobre el cuerpo. La cuestión del origen de la dicotomía cuerpo - alma en la edad media fue producto de una episteme, producto de un dispositivo social con un entramado institucional societario e histórico único que se veía atravesado por fuerzas institucionales más que nada eclesiásticas y que permitieron armar esa construcción de lo que es, de cómo se vive con y en el cuerpo. Será conveniente no olvidar que también hoy estamos inmersos en una episteme, en un dispositivo social, o en un paradigma que también, al igual que en el de la edad media y que en el de cualquier otra edad, in-visibiliza determinadas formas de pensar, de considerar, de conceptualizar en favor de legitimar otras, generalmente sujetas a la instalación de modos relacionales entre sujetos de un grupo social determinado. En la actualidad esa episteme, ese modo relacional, se encuentra basado sobre los principios de la teoría del capitalismo social.
Ana María Fernández dice, en relación a pensar dentro de un dispositivo, que …pensar el cuerpo hoy en la Argentina es pensar el cuerpo de la crisis. Esos cuerpos estresados, enfermados, agotados, descompensados, estallados frente a la presión insoportable de la crisis. Cuerpos privados; ya no tan reprimidos en sus anhelos eróticos o políticos, pero humillados o devastados por el hambre, por el sobretrabajo o la desocupación, o por el camino desventurado de la mera supervivencia. Uno de los ejes de la presente problematización es pensar lo impensable, lo invisibilizado por obvio. Indudablemente, la práctica discursiva instituída juega un papel más que importante en los procesos de constitución de prácticas sociales, pues son ellas las que inscriben a los cuerpos dentro del dispositivo social. Son las que lo configuran como concepto, las que permiten simbolizarlo, vivirlo de tal o cual manera.
Foucault pensó que el poder está en las prácticas que se ejercen sobre el cuerpo. (Ejemplo de ello son los reglamentos). Después vienen lo discursos como efectos de estas prácticas. Es decir que las prácticas sobre el cuerpo lo inscriben dentro del entramado complejo de relaciones de un sistema o dispositivo social, generando discursos sociales. Sistema que disciplina, que en tanto que sistema de producción capitalista, economiza a las personas en su integridad, a su fuerza de producción, a su capacidad física. Me refiero a mecanismos disciplinarios con los que convivimos. Los mecanismos disciplinarios designan, al decir de Foucault, el conjunto de prácticas y tecnologías correctivas orientadas a la regulación de la actividad corporal, con miras a extraer el mayor provecho de los cuerpos concebidos en el marco de fuerza física útil, tanto a los fines bélicos como productivos. Por esta razón hablo de la economización que los diferentes dispositivos históricos sociales ejercen sobre los seres humanos. Quizás pueda hablarse y remontarse a la época en la que se da el nacimiento del feudalismo. Quizás podamos remontarnos a los tiempos de Platón, y pensar las técnicas anatómicas y políticas que se han ejercido sobre lo corporal desde, por ejemplo, el mito de las cavernas. Y en este punto estoy hablando de la escisión, de la manera que se creó a partir de aquel punto en el tiempo de construir subjetividad, realidad, dispositivos y prácticas sociales.
Volviendo al cuerpo, como “fuerza útil”, éste se opone al cuerpo como “máquina de placer”, como señala Virginia Naughton en su genealogía del deseo a partir de la época medieval. El privilegio del cuerpo útil será un signo predominante de las sociedades de control y disciplinarias del siglo XVII, y principios del XVIII.
A raíz de estas concepciones Foucault crea el concepto de anatomía política. Usa este término para designar las marcas que deja impresa en el cuerpo la aplicación disciplinaria, y a cuyo arreglo, es capaz de modelar una anatomía corporal puesta al servicio de ciertas operaciones, ejercicios y técnicas orientadas a la rapidez y eficacia.
A esta conceptualización refiero cuando hablo de la función economizadora de las relaciones de fuerza sociales en tanto se dan a través del cuerpo. Foucault apunta que la disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, es decir, cuerpos “dóciles”, maleables, utilizables con fines precisos. La anatomía política es entonces el resultado en el plano corporal del conjunto de técnicas y disciplinas aplicadas a los cuerpos. La anatomía del cuerpo ingresa en un circuito de simbolización, en un espacio de significación que está puesto al servicio de una tarea, de una técnica. A diferencia de la gimnástica griega prescripta como un ejercicio en el marco del cuidado de sí, la anatomía política, en cambio, cincela y modela a los cuerpos con arreglo a la tarea que debe llevarse a cabo según ciertos criterios de eficacia predeterminados.
Es el mismo dispositivo quien crea las tecnologías sobre las que el cuerpo se desarrollará. Es decir que no hay nada dado por esencias inmutables ni universales. Este análisis intenta una amplitud tal que escape a lo dicotómico.
Ana María Fernández ha manifestado que …siempre se ha dicho qué tienen que hacer, dónde y cómo tienen que estar los cuerpos. Estos han obedecido, acatado, pero también resistido, transgredido, establecido líneas de fuga en relación a las prescripciones. El “se” es intencional; refiere a las formas anónimas pero eficaces que han distinguido para cada época - y dentro de ella para cada clase social; género sexual, clases etarias, etc. - lo permitido, lo prohibido, lo bello, lo feo, lo sano, lo enfermo. Cada cuerpo lleva esas marcas, o, para ser más exactos, cada cuerpo se produce y reproduce en el complejo anillado de múltiples marcas. Marcas deseantes, pero también histórico - sociales; biológicas pero también políticas, pulsionales pero también de lenguaje…
Siempre se ha dicho qué tienen que hacer los cuerpos. Es cierto. Ha sido visto en el ejercicio genealógico de Virginia Naughton. Pero quizás esa sea la función de un dispositivo. ¿Cómo pensar a los sujetos (sujetados, atados) por fuera del orden sujetativo, y por eso violento de un dispositivo? ¿Se puede estar, habitar un no - dispositivo? ¿O un no - dispositivo es un dispositivo? ¿Son trampas del lenguaje? ¿Cómo evadirlas si lo son? ¿Cómo fundamentar para qué evadirlas?
Filosofar, pensar cómo hacernos menos violentos. ¿Porqué no pensar sobre las características de nuestro dispositivo social sin buscar un cambio radical? ¿Por qué se inmiscuye en este discurso lo violento, lo que daña?
En Instituciones estalladas, título nada inocente de un libro de Ana María Fernández, se lee que …transversalizar la problemática del cuerpo es abrir la reflexión a la dimensión política de los cuerpos. Los cuerpos de la guerra, de la revuelta, de la represión. Restos de cuerpos en masa, no siempre computabilizados, amontonados o convertidos en máquinas y tecnologías de muerte. Cuerpos mutilados, muertos, sobrevivientes. Cuerpos errantes de los exilios y destierros, enfermos de nostalgia. Cuerpos intervenidos por Estados que planifican sus nacimientos, que organizan o desorganizan sus estrategias frente a los cuerpos de los viejos, los niños, las mujeres. Mujeres para las que solo se piensa su cuerpo madre. Hombres para los que solo se piensa su cuerpo-trabajo.
También dimensión micropolítica de los cuerpos en los encuentros y desencuentros amorosos. En las intimidades más ocultadas, cuerpos que viven sus placeres y frustraciones en los espacios que instituyen las relaciones de poder entre los géneros.
El objeto de este estudio breve es, netamente, la invitación a pensar, a transversalizar el pensar sobre el cuerpo, incluso más allá de lo que Foucault, Fernández, Naughton y demás han aportado a estas páginas. Se trata de intentar ver lo que está in - visibilizado por el dispositivo. En el momento de la elaboración de este estudio de la fragmentación, creo en las bondades y virtudes de pensar y filosofar por entre nuevos sentidos y nuevos interrogantes que asoman en el horizonte de la episteme a la que estamos acostumbrados y rutinizados.
Filosofar, pensar, en palabras de Foucault, significa actuar consecuentemente con lo que se piensa. La tradicional noción escindida de cuerpo se ve ultrajada por esa simple definición del francés. Ella teje alianzas entre los conceptos de pensamiento, ética y conducta. La resultante de ese punto tripartito, ya no binario, es el concepto de cuerpo.

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