Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


lunes, 13 de junio de 2011

DISCURSO Y DESEO EN LA LÓGICA CAPITALÍSTICA - LEANDRO TRILLO - FRAGMENTO 19

Fronteras con el deseo.

En el marco de la geografía social que está siendo descrita, se continuará desarrollando la noción de tendencia a la universionalización de la subjetividad.
Se hará referencia al marco histórico en donde este fenómeno se encuentra siendo planteado.
Para ello, inicialmente, me referiré al vínculo que existe entre el fenómeno de la globalización y el de la tendencia a la universionalización en tanto la primera se constituye como condición de aparición de la segunda.
La tendencia a la universionalización de la subjetividad es una fenomenología estrechamente ligada a la globalización. La amplitud del concepto de globalización lo hace permeable a múltiples definiciones e interpretaciones que acatan campos disciplinarios para ellas.
A los fines de las hipótesis desarrolladas en este estudio se dirá que la globalización es un proceso estructural por el cual la subjetividad de los sujetos de cualquier punto del globo tiende a adquirir características similares. Es decir que la subjetividad social adquiere una dimensión de una versión de producción hegemónica que se constituye como similar y similarizante. Se produce la tendencia a la universionalización de la subjetividad. Versiones de la subjetividad replicadas a lo largo y a lo ancho del globo. Estimuladas y constituidas por factores similares, diseñados para universionalizar.
El hábitat, el ámbito del fenómeno de universionalización es la dimensión simbólica y su trasfondo, su matriz de reproducción, es el de la subjetividad consumista de deseos necesáricos, forma subjetiva producida justamente por esa aparición de lo necesárico a través de los procesos sociales descritos a lo largo de este trabajo.
La universionalización de este tipo de subjetividad será definida primeramente como aquel fenómeno similar al de crear máquinas productoras de hegemonía de deseabilidad que se dedican a atraer la capacidad deseante de la singularidad de cada sujeto, creando un ámbito de dominio real y simbólico en donde se depositan y se posan todas aquellas capacidades de deseo vírgenes y potencialmente singularizantes. Se trata de la territorialización del flujo deseante causada por la operación de la máquina social en su condición de poseedora del poder significante.
Básicamente se confunden las operaciones de producción de versiones subjetivas de los sujetos (singularizaciones o subjetivaciones) con la producción maquínica de deseos y de desabilidad, la cual culmina en la actividad de consumo de una especie de deseos prefabricados con materia social cuya producción es cualitativa y cuantitativamente ajena a los sujetos. La deseabilidad necesárica.
Esta operación de la máquina social se constituye en el material en el que se basará la elaboración de pensamiento social y de su correspondiente discurso. Su producción discursiva.
Es importante tener en cuenta este tipo de factores. Se hacen visibles a través del vínculo que los sujetos establecemos con los programas y los fenómenos televisivos de moda, mayoritariamente, así como con toda aquella otra producción más mediática que rige y dirige, en conjunto, la provisión de aquello que será motivo de la fabricación de la materia social.
Me he referido ya a la concepción de mediatización de Walter Benjamín aplicada a estas hipótesis. Recordemos que Benjamín pensaba que el nombre, en la lengua existente, es sólo el terreno en el cual tienen sus raíces sus elementos concretos. Pero los elementos abstractos del lenguaje –como se puede tal vez suponer- tienen sus raíces en la palabra juzgadora, en el juicio. La inmediatez (es decir, la raíz lingüística) de la comunicabilidad de la abstracción está radicada en el veredicto juzgador. Esta inmediatez en la comunicación de la abstracción ha tomado la forma del juicio cuando el hombre abandonó, en la caída, la inmediatez en la comunicación de lo concreto, del nombre, y cayó en el abismo de la mediatización de toda comunicación de la palabra como medio, de la palabra vana: en el abismo de la charla.
La constitución de la operación de universionalización ocurre de manera subrepticia. No es eficaz la dinámica comunicacional, sino que funciona y opera a través de la hipersaturación.
El vínculo que puede establecerse entre las reglas de funcionamiento de la máquina universionalizante y el pensamiento social es de una especie de batalla. Corresponde a una tecnología bélica, pues la hipersaturación y la comunicación referida distraen.
¿A qué distraen? A la capacidad deseante. A la deseabilidad.
Por eso en tiempos en donde la operación de constitución de vínculo y lazo social, como suele llamárselo, es regida por los mecanismos de funcionamiento negativo y por la hipersaturación en beneficio de la producción de tendencia a la universionalización de la subjetividad, es dable pensar que la producción de pensamiento social es débil, o no fuerte.
Poseo la disposición de declarar que es estrecha la relación existente, en la atmósfera social capitalística, entre la tipología de la deseabilidad prefabricada, efímera y obturada por los mecanismos de funcionamiento negativo y por el abrupto y constante bombardeo de lo hiper, y la vivencia de las identidades pret à porter.
La vivencia de caos e inestabilidad identitaria teorizada en el concepto de identidad pret à porter guarda vínculo con la cultura de lo hiper y con sus cadenas de estímulos insoportables para la subjetividad, con la hiperventa y consumo masivo de deseos prefabricados, carentes de la posibilidad del movimiento de algo que va hacia lo otro como hacia lo que le falta a sí mismo, según la composición del deseo de Lyotard.
El deseo, dice este autor, no es más que la fuerza que mantiene juntas a esa presencia y a esa ausencia pero sin confundirlas, además de que el deseo, por indigente, está obligado a ser ingenioso, mientras que sus hallazgos terminan siempre por fracasar.
La lógica capitalística efectúa esa confusión.
Mutación de esta estructura del deseo a través de la fabricación en masa de deseos que se consumen previamente a una vinculación de presencia ausencia.
Hacia ello se dirige el concepto propuesto para pensar esta emergencia. Ese concepto es el de los deseos necesáricos, o, sencillamente lo necesárico.
La vivencia de las identidades pret à porter se sostiene en el irrefrenable flujo de producción de deseo capitalístico por todas las atmósferas sociales.
Se constituye así una arquitectura del deseo que, por inestable y como forma de cadena semiótica de consumo de signos de mercado a nivel global, deviene identidad pret à porter o subjetividad capitalística, más precisamente, lo que denomino la tendencia a la universionalización de la subjetividad.
Queda así planteada la relación que las teorías situadas en este estudio establecen entre deseo, discurso, la subjetividad modelada para la convivencia con lo hiper y la lógica capitalística.
La calle se ha vuelto estentórea. Una de las franquías mínimas que antes gozaba el hombre era el silencio. El derecho a cierta dosis de silencio, anulado. La calle penetra en nuestro rincón privado, lo invade y anega de rumor público. El que quiera meditar, recogerse en sí tiene que habituarse a hacerlo sumergido en el estruendo público, buzo en océano de ruidos colectivos. Materialmente no se deja al hombre estar solo, estar consigo. Quiera o no, tiene que estar con los demás. La gran vía y la plazuela rezuman su alboroto anónimo a través de los muros domésticos, pensó José Ortega y Gasset en un pasaje de El Espectador.
Detrás de ello se encuentra funcionando la distracción como método inmanente de la estructura social actual.
Si bien esta estructura es informe y las figuras se encuentran en constante mutación, pareciera haber un límite, un círculo, amplio desde luego, del cual la insistencia por mutar no puede trascender, viéndose obligada a desarrollarse y a reinventarse bajo una serie de cánones universionalizados y universionalizantes instalados e inmanentes a ese conjunto de círculos, en última instancia limitados.
Lo que se encuentra fuera de ese conjunto de círculos canónicos contiene la dimensión de lo impensable.
Mientras el lazo que relaciona a los mecanismos de funcionamiento negativo, a la tendencia a la universionalización y a la puja singularizante se corresponda con tecnologías bélicas de la subjetividad, será casi imposible acceder a ese dominio de lo irreal aun. Para que algo del ámbito de lo irreal surja y emerja, es decir devenga real, es necesario pensar en términos que contemplen lo irreal y lo impensable. Ese es el modo de llegar a lo impensado. Convertirlo en real sirviéndose, desde luego, de cualquier tipo de lenguaje. No se logra tal acceso, tan aventurada invención social por medio del camino de la universionalización ni por el de la repetición de lo ocurrido hace instantes en los dominios mediáticos ni por medio del uso de la deseabilidad prefabricada.
La retícula, concepto perteneciente a la dimensión inventiva de Foucault, no está destinada a recibir los elementos socio-históricos propios de una época como ajenos a una concatenación de hechos y trazos de una cartografía histórica y eterna, sino que sería más bien una disposición de existentes finitos en la que esos existentes son inmanentes al plano propio de la disposición existencial. Su misma evolución, su mismo devenir. Son él mismo en estado de mutación constante. Similar al estado del universo en expansión, según las teorías que se ocupan de estudiar tal fenomenología.
De esta forma sería posible plantear un debate y una cuestión ontológica, estrictamente de carácter inmanente, pero lejos de ello, es preciso decir que cualquier sociedad es el producto de una incesante y ancestral trama de vinculaciones que corresponden a la dimensión de un plano inmanente que ha ido adoptando necesariamente la mutación como su motivo existencial.
Einstein pensó en Mis Creencias que para los humanos el concepto de sociedad significa la suma total de sus relaciones directas e indirectas con sus contemporáneos y con los integrantes de las generaciones anteriores. El individuo se halla en condiciones de pensar, sentir, luchar y trabajar por sí mismo; sin embargo, en su existencia física, intelectual y emocional depende tanto de la sociedad que resulta imposible pensar en él o comprenderlo fuera del marco de aquélla. La sociedad, prosigue, proporciona al hombre su comida, su vestido, un hogar, las herramientas de trabajo, el lenguaje, las formas de pensamiento y la mayor parte de los contenidos del pensamiento; la vida del hombre se realiza a través del trabajo y de los progresos de muchos millones de personas del pasado y del presente, ocultas tras la simple palabra sociedad.
Por ello las sociedades son constante posibilidad, constante multiplicidad de relaciones más allá de que se las pueda nominar en cuestión de temperaturas frías o calientes o bajo el sistema de dominación o libertad y autonomía. Las sociedades son el caldo de cultivo de la subjetividad. Y lo único que se sabe de la subjetividad es que es auto-poiética. Se recrea.
Por ende, en el plano de inmanencia y en el dominio de la cartografía histórica en donde se sitúan las sociedades, es dable pensar que éstas son planos de posibilidad de existencia subjetiva.
En la actualidad, y atravesado por el plano histórico aludido, el dispositivo social se sirve de una serie de factores con los que cuenta y a los que fue necesario que la misma estructura invente a raíz de la cartografía de su historia, para desarrollar un estilo de vida cotidiana particular. Esa particularidad está construida por la propagación del fenómeno de la universionalización.
Esta propagación se ejecuta en las organizaciones encargadas hoy de socializar a los sujetos.
Los ámbitos son constituidos por los procesos de socialización de los sujetos. Éstos son los procesos a los que se debe el que a los sujetos se los denomine sujetos, pues lo que hace con la masa de carne y expresión desinstitucionalizada que es un niño, por ejemplo, es sujetarlos a la estructura social. Esto ocurre de modo similar a seguir el trazo dejado por una huella. La estructura tiene una especie de agarraderas de las que uno se sujeta porque no hay otra posibilidad más tentadora. No tomarlas hace que un sujeto renuncie a sus sujeciones y devenga lumpen, ciruja, expulsado, loco, etc.
Estos personajes que rehúsan cualquier tipo de transacción con los pilares fundamentales de la estructura, poseen una constitución subjetiva que pareciera situarse por fuera del pensamiento al que la mayoría de los sujetos terminamos amarrándonos. No obstante ello, la autopoiesis sistemática del sistema ha creado imágenes lingüísticas y subjetivas que atraen a estas subjetividades al mundo de los sujetos oficiales: casas de medio camino, manicomios, sistemas y leyes de desmanicomialización, y ha naturalizado mediante una infinidad de mecanismos que operan en la subjetividad social la constitución subjetiva de las figuras referidas. Esto se traduce al idioma social en ocupas, en tomas de propiedades por parte de indigentes (que son quienes están en la línea que divide el afuera -siempre temporario, pues quien sale vuelve a entrar condenado por las organizaciones represoras del deseo- del adentro, ámbito signado por la existencia administrativa en el Estado) en la aparición masiva de ellos y de otras figuras que se presentan con nombres e ideas identificatorias de gran valor en cuestión de materia social. Denotan, en el mejor de los casos, la posibilidad existencial dentro de la cartografía social.

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