Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


viernes, 31 de diciembre de 2010

LA ÉTICA DEL RESENTIDO (FRAGMENTO 2 - LEANDRO TRILLO)

MORFOLOGÍA


Suena Thelonious Monk en la habitación. Del otro lado se encuentran mis padres, ambos grandes. Ya han cenado. Yo aun no. Preferí fumar en el frío. Como si fuera un acto obligado, subí a un coche prestado y me dirigí hacia la oscuridad. Tome un camino frecuente y conocido. En él nada me molesta. Eso es lo que ocurre en una ciudad. Así están armados los días. Salirse de eso, cuando empiezo a sentir la sensación de que el tiempo está pasando, es casi imposible. Eso es lo que ocurre en una vida. Eso es lo que ocurre en una cabeza. Yo lo veo. Todo el tiempo, porque desgraciadamente me rodeo de gente casi constantemente porque trabajo. Eso es lo que ocurre en una ciudad. Los días están mal armados. La gente se ha acostumbrado a poblarlos con cosas que no les pertenecen. Hay un grado excesivo de amistad y de confluencia con las ficciones. La gente creo que cree que las ficciones en verdad son verdad. Y a ellas les entregan sus deseos, como si se tratara de un sacrificio o de una ceremonia o de un ritual. Comienzo a ver a esos tipos y a esas mujeres, hermosas y no hermosas, más avejentados de lo que me gustaría, más rengos, más quejosos, más distraídos, más muertos. Si, más muertos.
Sigue sonando Thelonious Monk en la habitación. Mis padres siguen al otro lado de la pared. Ambos continúan grandes. He notado que también están despreocupados. Tengo la ilusión de que eso sea la sabiduría.
No he pensado grandes cosas hoy ni nunca. Sin embargo, pensando que la esperanza está hecha de palabras, no dejo de escribir insistiendo, por el contrario, en hacerlo cada vez más. No encuentro en este ejercicio nada como para compartir. Simplemente lo hago, sintiendo que estoy obligado a ello y anhelando que la salvación de lo espantoso esté aquí, en este ejercicio. No sé en verdad si escribo porque el placer me impulsa a hacerlo o si lo hago porque especulo que habrá alguna recompensa espiritual, alguna consideración del universo si elijo hacerlo. Eso es lo que pasa en una vida. Esos son los dilemas que adquieren después formas de angustia o de placer. Los problemas están hechos de eso. Nada es tan grave, dijo una vez Larutia. No lo entendí bien y sin embargo recuerdo nítidamente que la frase me sedujo. Evidentemente fue propicio que pase tiempo para que crea que la comprendo. Así la revelación. Nada es tan grave si nada es tan tuyo. Nada es tan grave para mi si nada es tan mío, si no me apropio de más de aquello que Alguien nombrado con mayúscula trata de hacer mío todo el tiempo y en todas partes. A eso me resisto. Y sin embrago eso es lo que pasa en una vida. Nada demasiado más interesante. Otro dilema. Todos requieren resolución. Se las requieren a los dueños atentos y a los dueños distraídos. Y los segundos envejecen más rápido.
Tuve que volver a salir. Me sentí agobiado. Es licito no tener ganas de escribir e indagar acerca de porqué uno hace las cosas que hace. A veces un cigarrillo es solo un cigarrillo. Poseo la extraña capacidad de desear sumergirme en la angustia.
Estuve viendo un fragmento de una telenovela. Vi mujeres hermosas como nunca antes he visto. Se que son reflejos. De alguna manera no existen para mí. Eso es lo que pasa en una vida. Uno ve novelas, admira la belleza de algunas mujeres, bebe vino, se excita. En eso consta. Dentro de eso debe ocurrir lo magnifico, lo magnánimo, lo increíble. Dentro de esos márgenes tan pequeños como los bordes de una pecera uno debe encargarse de que ocurra lo fantástico, de que aparezca la salvación. O tal vez, siendo un poco menos pretencioso, uno debe esperar dentro de esos márgenes tan solo una señal. Habrá que esperar a ser seducido por una señal. Lo azaroso obra distinto dentro de peceras que fuera de ellas. Pareciera que dentro, todo ocurre un poco menos.

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