Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


miércoles, 20 de abril de 2011

LA REALIDAD DE DANTE TEMPESTINI (Fragmento del libro Los relatos sosos de Ímber Martínez, de Leandro Trillo - 2010)

Por los años ochenta Dante Tempestini contó con escasos años de edad. Por aquel tiempo se dedicó a ser hijo de un matrimonio grande y hermano de tres muchachos de diez, once y doce años mayor que él.
En la casa de la familia Tempestini hubo ciertos hábitos que desde mucho tiempo atrás se constituyeron en rituales. A saber, mirar football por televisión los días domingo, la preparación de carne asada para el mediodía del mismo día, el juego de canasta por las tardes, la merienda tradicional y la práctica de la lectura.
Honesto será decir que el juego de la canasta y la merienda tradicional pudieron dejar de ser ritual al suspenderse alguna vez por motivos varios y complejos. Incluso estas veces han sido frecuentes. Pero jamás se vio interrumpido el ritual de la lectura ni el del football.
Para la consumación del ritual de la lectura, los Tempestini contaron con una biblioteca ni casual ni exagerada ubicada en el cuarto de huéspedes.
Ya sea un rato antes de ir a dormir, a la mañana, en el baño, en varios momentos solitarios o silenciosos, la lectura fue una constante en la familia.
Hubo conversaciones en la mesa de los Tempestini en las cuales cada integrante de la familia expresó sus opiniones acerca del tema en cuestión recurriendo a citas (no siempre memorizadas) e incluso a los mismos libros.
Esta debe ser una de las razones por la cual algunas sobremesas de domingo duraron horas interminables, de tal modo que el hábito de iniciación de dormir la siesta comenzó frecuentemente a las seis o a las siete de la tarde.
Nunca faltó mención, crítica y alabanza a las obras de Schopenhauer; acuerdos con Sartre ni enredados usos a la teoría psicoanalítica al discutir determinados hechos trascendentales del mundo social.
Se recurrió a la antropología y a conceptos específicos de su campo tan solo para referir brevemente a culturas distintas; a la sociología moderna para prever el resultado de elecciones políticas en distintos lugares del mundo y al manifiesto comunista al hablar de lo caro que estaba el kilo de helado.
Antes de comenzar a ser extenso, no quiero omitir referirme en especial a Dante Tempestini.
Al ser el menor, como ya he señalado, resulta perdonable para el ignorante que en sus primeros años de vida, mientras en una cena se discutió sobre la trascendentalidad del yo, sobre Kant y sobre el mito de las cavernas de Platón, Dante haya jugado con muñecos articulados debajo de la mesa.
A decir verdad, jamás, en los años posteriores, pudo ser original en lo que a aportes teóricos en su seno familiar concierne, pues todo lo leído, tomado y aprehendido por él había sido ya tomado, leído y aprehendido de la misma biblioteca años antes por sus interlocutores primarios. Claro que fuera de su hogar, era muy improbable que no demostrara cierto aire de erudición e intelectualismo teórico.
Pero algo debía pasar en aquella época y en aquel lugar con la práctica de la lectura, pues fueron pocas las veces en las que pudo caerle bien a muchachos o muchachas de su edad cuando empezaba a referirse a grandes pensadores clásicos para comentar lo soleado que había estado el día anterior.
Esto jamás significó un obstáculo para Dante, por el contrario, lo estimuló a aumentar sus lecturas.
Alguien dijo que buscaba comprender quizás, a través del estudio del existencialismo, que fuera de su círculo familiar era un ser fuera de lo común, con problemas de relación, y que dentro, el más ignorante de seis personas.
Cuando no lo logró, consoló su pena buscando en el nuevo testamento.
La procesión interior de Dante Tempestini era intensa. Sólo pareció calmarse su angustia cuando se refugió en la profundidad de las lecturas y estudios de novelas, teorías científicas y libros de poesía. Alguna vez dijo, según se comenta, que había conseguido momentáneos haces de comprensión de su situación en el mundo. Los años fueron pasando no de forma muy diferente a lo referido.
Los Tempestini hacían una familia feliz.
Dante cuestionó sus implicaciones religiosas con la iglesia católica. Por ese tiempo leyó a Nietsche y a Descartes.
Digno conocedor del pensamiento de Pirrón y de Timón, tal vez sus escépticos más admirados. Adoptó la actitud crítica ante los sistemas filosóficos y llegó también a fanatizar su uso de la actitud dubitativa respecto a la posibilidad de conocimiento de las cosas y del valor de la vida.
Atravesando crisis perpetuas, se nutrió de teorías como el psicoanálisis, de la cual fuera gran conocedor, del existencialismo, acaso la preferida de sus escuelas conocidas, del materialismo, del inglés, John Locke.
Conoció el aburrimiento y la admiración con algunos cuentos de Borges y fue, con la gestalt quizás, al infierno, al purgatorio y al paraíso de la mano de Dante.
Se identificó varias veces con la historia del hidalgo Alonso Quijano y reflexionó sobre Tirso cuando conoció las obras de Shakespeare.
Incursionó críticamente sobre los milenarios tratados sobre la moral y la ética .
Fiel lector de Schopenhauer, pudo entender que la esencia de la voluntad es querer siempre más. Comprendió y experimentó de la mano de aquel, grandes insatisfacciones y un frecuente dolor existencial que lo hizo, es cierto, más fuerte.
Entendió, en cambio, por qué las utopías son utópicas.
Fue Dante Tempestini un finísimo conocedor de la historia universal. Pasando de las primeras civilizaciones a orillas del Tigris y del Éufrates a los egipcios; de las Cruzadas a Napoleón; de las revoluciones liberales a las guerras mundiales y así por el eterno diario de la historia.
Se percató de la existencia de la alteración de los sentidos a través de las lecturas de Aldous Huxley y de Carlos Castaneda.
Su alma estaba tan llena de poemas, que comenzó a guardarlos en su boca y en su voz.
Durante algún tiempo quiso ser Dorian Gray, quiso conocer al fantasma de Canterville, acompañar a Robinson Crusoe y también quiso tomar café con Arturo y con Merlín, a quien tenía un comentario que hacerle sobre las artes de la moderna nigromancia.
Novelas épicas conoció hasta el hartazgo, así como también la literatura y la filosofía hispanoamericana.
Su necesidad de conocimiento se agrandó demasiado y se volvió cada vez más insaciable. Un martes a la tarde, se decidió a conocer objetivamente la realidad.
Pocos días después, algunos conocidos de Dante aseguraron que en una de esas madrugadas de Enero, tan solo por una fracción de tiempo, lo logró.
Esa misma mañana del mes referido, Dante Tempestini de 23 años de edad, fue internado en un pabellón psiquiátrico donde permaneció algunos meses.
Los conocimientos provenientes de fuentes medianamente confiables de los que me he nutrido para llevar adelante esta investigación llegan en este punto a su fin.
Sin embargo, hay quien cuenta que, no hace mucho tiempo atrás, Dante Tempestini fue visto en algún lugar del sur detrás de la caja de pagos de un banco de firma multinacional.

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