Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


martes, 27 de diciembre de 2011

PROLOGOS ERRANTES

PRÓLOGO XXVII


Es posible sospechar que la escritura de un prólogo errante demanda una sencilla tarea debido a que puede escribirse en él acerca de la relación que cualquier cosa podría mantener con cualquier otra. Sin estar totalmente de acuerdo con ello creo estar en condiciones de poder afirmar tal sentencia si la observación respecta y concierne a este conjunto de prólogos. Sin embargo, como he tratado ya de insinuar a través de fiel lenguaje mío, une y principalmente separa a cada uno de ellos una relación que resulta oculta al ojo del observador. La desconexión entre imágenes, encuentros y palabras deviene conexión al estilo de un enlace intrínseco, inmanente, desconocido y no mirable.
Las hojas en blanco en principio son habitadas por intuiciones sucias merodeadas por un enjambre de moscas que se posa molestamente sobre ellas. La borrosidad mental o psicológica que pretende trasladarse de un solo movimiento a la hoja en blanco huele a humedad. Las hojas en blanco se relacionan con el temor. Las hojas en blanco son todos los prólogos del mundo.
Este conjunto de prólogos errantes y éste prólogo en particular no ocultan el zumbido de moscas ni la humedad que envuelve a la textura ni el temor ni el escenario en el que se actúa la obra. Comienza a aparecer el alba de una intención de cierre.
Este prólogo intuye el estado de un deseo y el seguimiento administrativo de sus tiempos, de su cronología, de su existencia, de sus decires y de sus no decires. El deseo está hecho también de tiempo. Este prólogo ha mostrado que cree en la posibilidad de indicar algo así como un final. Seguir llenando hojas en blanco infinitas cuando lo errante adopta y sugiere nuevas formas y cuando el cuerpo trae la intuición de algos realmente desconocidos se constituye inservible y tiene la apariencia rancia del pecado en lo que respecta a la erraticidad de los prólogos.
Llega el momento, estimado Heráclito, en el que el escritor de prólogos errantes comienza a ser bañado por las aguas demasiado conocidas del mismo río que desconoció tiempo atrás.
Hasta aquí la atención prestada a la desconexión que hace a la vez de su opuesto.
No se si los textos cumplen alguna función en los interiores, pero si así fuera, los prólogos errantes han cumplido ya. Han hecho de una serie de algos que divisó por allá, por las alturas y por los abismos, una especie de esquema no poco arbitrario y no poco ajeno a causa de una extensa y espesa cercanía. Si la función de los prólogos errantes fue divisar algos y tomarles una fotografía a través de una cámara de fotos que registra palabras y cadáveres lingüísticos, debo confesar, ya en el extraño papel de autor, que el diccionario que me nutre se ha acrecentado al fin. Las búsquedas y las no búsquedas han llegado a un acuerdo transitorio. Ese acuerdo es este ocaso y este amanecer.


Leandro Trillo.
Viedma, Febrero de 2009 – Febrero de 2010.

1 comentario:

  1. La secuencia fue confusa, la experiencia fue precisa, la vivencia fue agradable y la transformacion fue, de errantes a carnales. Excelente compilacion de principios sin final.

    ResponderEliminar