PRÓLOGO V
Aquel,
que vive en el norte y en el sur
y que a la vez es todos y cada uno de nosotros
Aquel
que no duerme de noche
y al que Maldoror arrebató sus culpas y sus proyecciones
Aquel
que fue música filosofía y ciencia
mientras sirvió las mesas de una pizzería
Aquel
que soñó y deseo ser un chico a la edad de cuatro años
y al que el sinsentido ya no desvela
A ese, a aquel
le es dado cumplir la condena de Sisifo
a causa del valor de pequeños pecadores
A ese, a aquel
del que es más sencillo obtener un disgusto
que un gesto amistoso
A ese, a aquel
al que la mirada del otro le es esquiva
y al que los sonidos ya no conmueven
Aquel es,
ya sin duda,
quien más quisiera que me abrace.
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