Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


viernes, 5 de agosto de 2011

ESCENAS RETRATADAS CON PALABRAS - 2011

GENEALOGÍA DE UNA UVA Y DE RODRIGUEZ RICOCHET


La uva creció sana. La parra estaba en el patio de Rodríguez Ricochet. Se levantaba temprano. Pocas veces le faltó agua. Jugaba. Giraba. Se tostaba al sol. Comía de racimos vecinos. Misteriosamente, a esa, de color verdoso con vetas violáceas, no la arrancó nunca. Aunque eso no garantiza nada. Raíz, raíces, ¿Qué garantizan las raíces? Se bañaba a diario. Pero cuándo se deprimía no lo hacía así, sino que se duchaba Lunes Miércoles y Viernes. Transpiraba mucho. A la uva la bañaba siempre la lluvia. Si no, se vinculaba con el agua desde abajo, desde la raíz. Se había acostumbrado a ello, así como Rodríguez Ricochet se había acostumbrado a trabajar en aquello que no le gustaba. Al principio fue doloroso. Después se olvidó, como si lo doloroso hubiera pasado al estado de la normalidad. Como si la frecuencia de lo cotidiano estuviera facilitando el olvido. Desapareció sin dejar de estar. La misma forma que adquiere la música cuando en lugar de protagonizar, participa.
Los observadores habían advertido procesos similares en sus respectivos crecimientos. Habían cambiado varias veces de tamaño y de color. Verde, una especie de rosado, puro, verde más oscuro, más contundente, un anaranjado un poco más machacado, violáceo, naranja, algunas pecas y lunares, violeta veteado, un blancor amarillento, ajado, uñas y pelos en los extremos. Habían estado verdes en una ocasión a causa del invierno y de una patada al hígado. También recibieron caricias en más de una oportunidad.
Rodríguez Ricochet encontró la muerte bajo un auto. La halló instantáneamente cuando había atravesado ya ochenta y nueve inviernos sin estrenar. El conductor o la conductora se dieron a la fuga. Al otro personaje, la uva, a los dos días de haberse desprendido de la parra, y sufriendo un duro golpe contra el suelo, la pisó la rueda frontal de un triciclo conducido por un nene de tres años incauto y excitado hasta el extremo, haciéndola estallar por sus costados salvajemente. Se haya percatado el niño o no de lo que había hecho, continuó con sus actividades lúdicas como si nada hubiera pasado. Ni uno ni otro han sido debidamente juzgados por sus actos ni por el daño que han causado a un vínculo. No hubo Estado ni poder que se interese por ello.
Igual, ya no se veían desde hacía mucho. Ni importa por qué.

1 comentario:

  1. Tremendo, una muestra mas de las mil cosas que pasan por dia sin que las veamos!! Son los excesos del capitalismo diria un amigo. Acercandonos a los vinculos nos acercamos a la vida misma, al sentir descarnado, al amor mas puro ya sea dedicado que este dirigido a un otro o a un racimo!!! Bellas palabras.

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