Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


miércoles, 2 de marzo de 2011

LA ÉTICA DEL RESENTIDO (FRAGMENTO 28 - LEANDRO TRILLO)

ÁCIDO CLÓRICO, MOSCAS


¡No basta! ¡Nada basta! Me faltan cojones, me faltan cojones incluso para pedirte perdón. Desconozco lo que he hecho. No me reconozco. No sé que ha pasado conmigo. Siento que nunca quise ser nada y sin embargo contradice a esa sensación el hecho de que no estoy bien siendo esto que soy. Estoy rodeado de moscas y no alucino y cada vez que recuerdo que he asesinado me sucede algo parecido al hecho de nacer, y cada vez esas pequeñas existencias son peores, más miserables, más llenas de personajes que son asesinados todo el tiempo. Yo mismo me asesino y no puedo soportarlo más. Esta historia es la historia de mis suicidios. Otra vez Larutia, yo, la misma persona, los mismos recuerdos nefastos. Las mismas vergüenzas.
¡Nada basta!
Nada basta quiere decir para mí que no estoy seducido. Estar vivo no me seduce más. Incluso creo que ha dejado de sucederme. No siento estar vivo. Sospecho que tengo algunos derechos por eso. Sí que los tengo. Tal vez la historia de los suicidios haya sido mi canción de cuna y tal vez la canción de cuna se haya convertido en este tango, en este trash que me taladra, que me ahonda, que me seca.
¿Qué hacer, Jesús, qué hacer ahora? En una de esas sea propicio tomar una decisión. Jamás pensé tan seriamente la posibilidad de dejar de existir. Nunca me había parecido tan tentadora. Y no estoy deprimido. No es eso. Se lo diría hasta a un psiquiatra. Y luego de ello reiría frente a él. No estoy deprimido en absoluto. Es este resentimiento que me imposibilita afectarme a las pasiones, son las caras de Larutia, tan iguales a las mías, sus gestos, sus voces gritando, movilizándose horriblemente mientras lo sujeté durante tanto tiempo antes de matarlo. Son sus manos, estrechando las mías y sus recuerdos, recordando cuando iba a misa, recordando a quienes le causaron dolor, a quienes lo resintieron. Su cuerpo odiando a través del mío.
Nada basta ya pareciera, para que prefiera no suicidarme. Nada basta para volver empezar de cero. ¿Me voy a España? ¿La locura? Ya no me seduce.
¿Adónde estará quien me hizo tanto bien? ¿Adonde estará la posibilidad de que vuelva a quererme?, porque no la encuentro y he dejado de poseer legítimas ganas de buscarla. Uno se da cuenta cuando algo desaparece temporalmente de la mente de uno mismo porque nunca se va definitivamente. De alguna manera queda. En imágenes, en sonidos. De la misma manera uno se da cuenta cuando algo desaparece definitivamente de la mente. De repente el cuerpo sabe a mutilado. El cuerpo pesa menos cuando las expectativas desaparecen para siempre. Con ese cuerpo mutilado es como veo el mundo, mi país, esta ciudad, su gente, su pasado, el mío, la historia. Así han desaparecido de mi Adela, María Virginia, Chaboya, a quienes alguna califiqué como mis seres queridos. Mujeres, amigos, objetos.
Si todos se aferraran a la idea de que los cuerpos son mutilados en este sentido más allá de la propia voluntad y lo aceptaran, como se acepta la guerra o el avasallamiento al cuerpo, índice de la libertad, quizás mis ganas de dejar de existir fueran menores. Dejaría de sentirme tan bien solo y querría de esa manera estar acompañado de seres mutilados y resentidos a causa de ello. Pero cuando no hay salida, no hay pares, cuando no hay quien pueda escuchar la cosa se pone espesa. El interior hierve todo el tiempo, aunque no haga calor y aunque la temperatura se sitúe por debajo de cero. Se ve como todo se va prendiendo fuego sin cesar. Las calles, las caras de los que van por la calle, la propia casa, la propia cara, los propios libros, los ajenos, los trabajos, los mares, los ríos, las botellas, las drogas, el sexo, las palabras. Las palabras incendiadas hacen desastres. Pero a las bocas de fuego les es imposible no pronunciar palabras incendiadas. Es demasiado para mi. En serio, ya es demasiado.


Fin.

1 comentario:

  1. Las palabras incendiadas hacen desastres. Pero a las bocas de fuego les es imposible no pronunciar palabras incendiadas!!! Muy buena descripcion, cada vez mejores narraciones, cada vez mas resentidas!!

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