Hola. Voltaire señalaba a quienes andaban por las mismas tierras que él , que la virtud tiene que ser ejercida por amor y no por miedo (Ver Fraude, en su Diccionario Filosófico).
Bien venidos a Tintas y Trazos.


Leandro Trillo.


jueves, 17 de marzo de 2011

LA ESCRITURA DEL FRAGMENTO - MUSEO DE ACUARELAS PINTADAS CON PALABRAS

ACUARELA DOS:

HACIA UNA NOVELA. FRAGMENTOS DE UNA SUBJETIVIDAD ROTA.


Nunca dejaron de llamarme la atención las caras de entusiasmo en la gente gorda. Son imágenes que me conmueven. Veo mientras vuelvo a casa, con mi cara y mi cuerpo todo más feo que nunca, a una mujer muy gorda, desgarabatadamente vestida. Está en la parada del colectivo y habla por teléfono. Para hacerlo usa gritos desmesurados y su expresión es pura magnificencia. Hermosa, rebosante de una belleza muy bella, muy singular, muy atípica. Espera a alguien. Quizás está dándole indicaciones del lugar adonde está porque se van a encontrar. Su sonrisa es la de mis compañeras de escuela primaria. Dientes que se ven y que actúan de marco para un cuadro sobre el que está pintada una sonrisa por demás ansiosa. Una sonrisa que está a la espera de un goce futuro. Un goce situado en un futuro inmediato. Ya. Ojala se le de. Quizás esté por llegar algo que espera; así lo sugiere su cuerpo, su expresión, lo que menciona su aura.
Está hermosa. Me acostaría con ella. Se percibe preciosa. Su gordura desmesurada no se ve, no se puede tocar. Su cuerpo, su cara no están envueltos en caretas y disfraces. Hay ocasiones en las que nombrar no sirve de nada. Ocasiones en las que incluso el acto de la palabra se vuelve contraproducente.
Habla por teléfono y tiene los ojos bien abiertos y habla rápido, con ansiedad, desmesura, avaricia, deseo, entusiasmo, lujuria, música, calentura, fiebre. No se contiene. Arde. Hace arder el triperío. Quien quiera que sea aquel o aquello que programó o que la espera o que irá a su encuentro o que participará de ese deseo caliente va a pasarla muy bien. Hagan lo que hagan. Estoy envidioso, produciendo deseo de lujuria que no podré volcar más que en un video.
Da la impresión de que describe detalladamente algo. Sospecho que lo hace para que a su interlocutor no le quede duda de las coordenadas o de lo que tendrá que llevar o de lo que tendrá que hacer. La gorda busca la perfección. Anhela la satisfacción de un deseo que transcurra en tiempo perfecto, en circunstancias de algodón, de nubes, de locura, de embriaguez dionisíaca. Quisiera ser yo la persona con la que la gorda está hablando por teléfono.
La imagen es terrible. Es inútil negarlo. La belleza es nuestro destino. ¿Por qué nuestro? ¿Quiénes somos nosotros como para que la belleza sea nuestra? Nosotros. Los lindos y los feos y los gordos y los flacos y los olorosos y los higiénicos y los malalienteros y los verrugosos y los olipatos y los viscos y los de pelo corto y los de bellos en las axilas y en la espalda y los pito cortos y los pecosos y los fosforitos y los oscuros y los celestes y los amarillos y los achinados y los hinchados y los finitos y los afeminados y los machos y los vivos y los muertos y los animales y los cultos y los que duermen y los que intentan no estar dormidos. ¡Putas! ¡A mi! ¡Aquel, una puta, Yo, una puta, ellos, una puta, aquellos, un conjunto de putas y los de al lado bajaron de un colectivo de putas y los que desean, putas y los que callan, unas putas, los que satisfacen deseos, unas putas y la maestra, una puta y los bichos son putas y las caretas son de putas y esto, señores y señoras, está movido por el deseo de las putas! Amén. Dejo de verla. Por más que mi paso es lento, breve, me encuentro cruzando la calle, mascando chicle y olvidando. Probablemente ella siga en la esquina tejiendo tramas.

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